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((**Es9.399**) Esta invitación había sido precedida de cierto carteo entre el Ministro y el Venerable, como se deduce de una carta suya al caballero Cantón, jefe de sección en el Ministerio de Asuntos Exteriores, en Florencia. Queridísimo Caballero: Mil gracias por todo; por las cien liras que recibí y ya gasté, y por las prendas de vestir que, merced a su recomendación, fueron mucho más abundantes este año que en los pasados. Dios se lo pague. Siento que Enrique Betti se haya empeñado en volver a Florencia. Se condescendió en todo y no se le pudo contentar. Si al menos correspondiera a nuestros avisos y a los consejos aquí prodigados... Ruégole haga llegar la carta de agradecimiento adjunta a Su Excelencia Menabrea. Hay en ella algo confidencial, de lo que tal vez encargue a V. S. me conteste, si es el caso; por lo demás, no se hable de ello. Tenemos en esta casa algunos sellos de correo timbrados que aquí ya no tienen curso; no sé si todavía pueden cambiarse en Florencia: si no es así puede usted servirse de ellos al menos para encender un cigarro. Perdone la confianza con que le escribo; y sírvase usted de mí y de esta su casa para todo aquello en lo que podamos ayudar. Entretanto le auguro copiosas bendiciones del cielo para usted y toda su respetable familia. Créame con profundo agradecimiento, De V. S. carísima y benemérita Turín, 2 de noviembre de 1868. Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. Sabemos, pues, de un acto de gratitud al Ministro y de una carta confidencial al mismo, con deseo expreso de que quedase en secreto. Por aquellos días, después de la señalada invitación del Presidente del Consejo de Ministros, debió contestar que iría ((**It9.436**)) a Florencia lo antes posible, pero que, por el momento, no podía. En efecto, lo dilató casi un mes. El 1.° de diciembre, miércoles, fue a Lanzo para visitar el colegio. Una noche habló a los alumnos y les recomendó que estuvieran preparados, porque durante el curso escolar uno de ellos sería llamado al tribunal de Dios. Añadió después en privado a un Superior que el que debía morir a a la clase segunda elemental y que la inicial de su nombre era la uve (V). Es de advertir que don Bosco aún no conocía a los alumnos nuevos admitidos en las vacaciones. A su vuelta de Lanzo, el viernes por la tarde, día 3 del mes, habló después de las oraciones a los alumnos del Oratorio, reunidos en el salón de estudios y les dio la flor, puesto que celebraban la novena de la Inmaculada. (**Es9.399**))
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