Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es9.330**) jamás las manos encima; no introducirlos en la propia habitación, nada de amistades particulares. El ayuno de los viernes. Soportar el calor, el frío, las incomodidades en la salud, la falta de cualquier cosa. No viajar sin necesidad. Con estas pequeñas mortificaciones se tendrá fervor en la oración, se vencerán las asechanzas del cuerpo, triunfará la virtud y la Congregación se convertirá en un paraíso terrestre. II En estos días hubiera querido hablaros también de las prácticas de piedad de nuestra casa, pero nos ha faltado tiempo. Había mucho que decir sobre los votos y la vida religiosa. Sin embargo, recordaré al menos algunas cosas. Las prácticas diarias son la meditación, la lectura espiritual, la visita al Santísimo Sacramento y el examen de conciencia. La meditación es la oración mental. Nostra conversatio in coelis est (Nuestra conversación está en los cielos), dice san Pablo; y se podría hacer de esta manera: escoger el tema sobre el que se quiere meditar, poniéndose antes en la presencia de Dios. Después reflexionar atentamente sobre lo que meditamos y aplicárnoslo a nosotros. Sacar la conclusión de dejar ciertos defectos y ejercitarnos en ciertas virtudes, y después poner en práctica, a lo largo del día, las resoluciones tomadas por la mañana. Debemos también excitar ein nosotros afectos de amor, de reconocimiento y de humildad ante Dios, pedirle las gracias que necesitamos y rogarle, arrepentidos, el perdón de nuestros pecados. Recordemos siempre que Dios es nuestro Padre y nosotros sus hijos... Recomiendo, pues, la oración mental. Quien no pudiere hacer la meditación reglamentaria, por razón de viajes, de cualquier ocupación o asunto que no permita dilación, haga al menos la meditación que yo llamo de los comerciantes. Estos piensan siempre en sus negocios, doquiera se encuentran. Piensan en comprar mercancías, en venderlas con ganancia, en las pérdidas que podrían sufrir, en las ya tenidas y cómo arreglarlas con las ganancias obtenidas o con las que podrían conseguir, y así sucesivamente... Tal meditación es también el examen de conciencia. Por la noche, antes de acostarnos, examinarnos de si hemos cumplido los propósitos tomados sobre cualquier defecto determinado:si hemos adelantado o retrocedido. Hay que hacer una especie de balance espiritual;si vemos que hemos faltado a los propósitos, repitámoslos para el día siguiente, hasta llegar a adquirir aquella virtud y a apartarse o huir de cierto vicio o de determinado defecto. Os recomiendo también la visita a Jesús Sacramentado. <>, exclamaba el cura de Ars; váyase a los pies del tabernáculo, al menos para rezar un padrenuestro, avemaría y gloria, cuando no se pueda más. Basta esto para robustecernos ((**It9.356**)) frente a las tentaciones. Uno que tenga fe, que haga la visita a Jesús Sacramentado y la meditación todos los días, salvo que sea por un fin mundano, ése, digo yo, es imposible que peque. Recomiendo también la lectura espiritual, especialmente a quien no sea capaz de hacer la meditación sin libro. En consecuencia, leer algún trozo, reflexionar sobre lo leído, para saber lo que debemos corregir en nuestra conducta. Esto servirá para enamorarnos cada vez más del Señor y cobrar aliento para salvar el alma. Si fuera posible, haga la lectura y la visita en común; el que no pueda, hágala en privado. La meditación puede hacerla también en la habitación. (**Es9.330**))
<Anterior: 9. 329><Siguiente: 9. 331>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com