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((**Es9.274**) estaba empeñado en creer que don Bosco mismo las obtenía de Ella. De aquí las cartas incesantes de los que se encomendaban a él y su reconocimiento al ver satisfechos sus deseos; de aquí las muchas señales de aprecio que le tributaban los fieles y que don Bosco no apetecía, pero las soportaba con la sencilla dignidad de quien se sabía ministro de la Reina del Cielo y ejecutor de su querer. En su humildad, jamás se atribuía a sí mismo el más mínimo mérito de aquellos portentos, sino que, al aconsejar, al contestar las cartas y en las conferencias, decía: <((**It9.290**)) queréis obtener gracias de la Santísima Virgen, haced una novena; rezad todos los días tres padrenuestros, avemarías y glorias a Jesús Sacramentado, tres salves a María Auxiliadora y las dos jaculatorias: Alabado sea en todo momento el santísimo y divinísimo sacramento; María, Auxilium Christianorum, ora pro nobis y recibid, al menos una vez, los santos sacramentos>>. Por lo demás, cuando en casa y fuera de ella, se veía agasajado y aplaudido; cuando, con frecuencia, se veía recibido en las poblaciones con señales de la mayor veneración, puesto que pedían multitudinariamente que les bendijera; cuando, en las fiestas de María Auxiliadora de cada año, era objeto de grandiosas demostraciones; y cuando, como veremos, en sus viajes por Italia, Francia y España, tuvo recibimientos imposibles de describir, después de haber predicado continuamente la confianza sin límites en María, no opinaba que tales honras y aplausos fueran hechos a su persona, sino que decía iban dirigidos a su condición sacerdotal, a la Iglesia Católica de la que era hijo, y a la fe y piedad del pueblo. Con frecuencia repetía: -íDemos gracias al Señor, porque todavía hay mucha fe en el pueblo! Y otras veces: -íCuánta fe hay en los pueblos y cómo respetan el carácter sacerdotal! O bien: -Si don Bosco no fuera católico, >>quién pensaría en él? Se le trata así, porque es sacerdote, no por otra cosa. Son testimonios de don Juan Bonetti. <>-Me alegra mucho que se aprecie tanto el carácter sacerdotal; por mucho que se diga de su dignidad y del conjunto de virtudes que deben adornarle, nunca se dirá bastante>>. La marquesa María Fassati, dama de la corte, conocía y admiraba (**Es9.274**))
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