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((**Es9.272**) haya habido el más mínimo desorden: todo se realizó con la mayor tranquilidad. Es justo, pues, que se alabe al sacerdote don Bosco y a todos los que le ayudaron a levantar tan magnífico templo. La mayor alabanza se debe a María que, en tiempos tan tristes y malos, quiso darnos a conocer más clara y sensiblemente su protección y su auxilio. El día 17 fue también día de alegría hasta el momento, en que debieron marchar los colegiales de Mirabello y Lanzo. A las dos de la tarde formaron filas ante las habitaciones de don Bosco y el Siervo de Dios apareció en el mirador para despedirles de palabra y con la mano. Fueron después acompañados hasta la puerta por la banda de música y los cordiales saludos de los compañeros del Oratorio. Hasta entonces nada había entristecido aquellos días; pero, una hora después de haber salido los alumnos de los dos colegios, moría en la casa el virtuoso sacerdote salesiano don José Bongiovanni. Resumamos brevemente lo que de él se ha dicho. Desde que empezó la carrera eclesiástica siempre se distinguió por su piedad y fiel observancia de las reglas y por su celo para el bien de los compañeros. Una vez ordenado sacerdote, en 1863, no hay que decir con qué ardor se entregó al ejercicio del sagrado ministerio; no le favorecía mucho la voz, pero sus pláticas eran muy agradables por la hermosura de sus temas y la devoción de su exposición; se le oía con gusto y conseguía abundantes frutos. Ayudó a Domingo Savio, con quien sostuvo santa amistad, a fundar la compañía de la Inmaculada y a redactar el reglamento, cuando era solamente clérigo; después fundó, con permiso del Superior, otra compañía en honor del Santísimo Sacramento, que tenía por fin promover el culto entre la juventud y adiestrar ((**It9.288**)) a los alumnos más distinguidos por su virtud, en el servicio de las funciones sagradas, con lo que formó el clero infantil, para aumentar su solemnidad y esplendor. Siguió cultivando esta Compañía con más actividad y con los mejores resultados cuando fue sacerdote. Puede muy bien decirse que, si la Congregación de San Francisco de Sales pudo dar a la Iglesia un buen número de ministros del altar, en gran parte se debe a las santas atenciones del sacerdote José Bongiovanni con el clero infantil. Al acercarse la fecha de la consagración de la iglesia, levantada en Valdocco en honor a María Auxiliadora, don José Bongiovanni se industrió con todo su empeño en la preparación de lo necesario para tal función y especialmente para preparar el clero infantil a fin de que cumpliera con edificación su parte el día de la fiesta y en la octava siguiente. (**Es9.272**))
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