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((**Es9.243**) sus tesoros celestiales, respetables donantes, y os dé largos años de vida feliz; que El os conceda el precioso don de la perseverancia en el bien y os reciba a todos un día en la feliz eternidad. Para que estos augurios sean acogidos por la misericordia del Señor, se estableció un servicio religioso para todos los días del año en favor de cuantos, de cualquier modo que sea, han contribuido o contribuirán a ayudar a la iglesia o al establecimiento anejo. Este ejercicio se compone de una serie de oraciones, el rosario de la Virgen María, comunión sacramental o espiritual, de acuerdo con la voluntad de cada uno, celebración y aplicación de la santa misa. Esto tendrá lugar todas las mañanas en la nueva iglesia con todos los alumnos del establecimiento y con todos los fieles que quieran tomar parte en ello>> 1. Aquella mañana celebró la santa misa monseñor Tomás Ghilardi, obispo de Mondoví, que había llegado la tarde anterior y había sido recibido con toda solemnidad. Predicó desde el púlpito un devoto fervorín como preparación a la comunión, y demostrando la necesidad de la comunión frecuente, como homenaje a Jesucristo en la Eucaristía y como medio para mantener viva nuestra fe en Jesucristo, como el más sólido sostén contra los enemigos de Dios y de la Iglesia, y el más dulce de los consuelos en los días de dolor. Celebró después la santa misa; el clero infantil le asistía en el presbiterio y los cantores al son del armonio ejecutaban religiosos motetes de autores célebres. Infra missam (durante la misa) hubo ((**It9.254**)) abundantes comuniones. Don Bosco confesaba en la sacristía y otros sacerdotes en los confesonarios de la iglesia. Así discurrió la primera función matutina durante todos los días del octavario, predicado siempre por monseñor Ghilardi. El número de sacerdotes que durante la semana acudió a celebrar fue tal que, desde las cuatro hasta las once, estuvieron continuamente ocupados los altares laterales. A las diez pontificó el Obispo de Casale, asistido por los canónigos de la Santísima Trinidad, representados por los canónigos Marchisio, Giustetti, Talucchi, Berteu, y por el director del Colegio de Lanzo que suplía al canónigo Zorniotti. Los cantores interpretaron la partitura de Juan De-Vecchi, maestro de música instrumental en el Oratorio. Había más de treinta violines en la orquesta. La composición y la ejecución de aquella misa fue en verdad una obra maestra. 1 Recuerdo de una solemnidad en honor de María Auxiliadora, por el sacerdote Juan Bosco, Turín 1868, pag. 93-94. (**Es9.243**))
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