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((**Es8.858**) y don Bosco recibirá una buena limosna. El miércoles o jueves estará de vuelta... Hemos celebrado la fiesta de la Inmaculada con más de seiscientas comuniones. Se confesaron casi todos. El demonio, como Garibaldi en Mentana, sufrió en estos días una derrota campal, por parte de nuestros muchachos. De salud corporal estamos bastante bien, a pesar de que el frío y la nieve, aunque en pequeña cantidad, ha venido ya tres veces en este invierno a darnos su no muy agradable sorpresa. Don Bosco querría que yo me callase para curar. Si no hay más remedio que ése, tendré que ir a un desierto y aún no sé si podré contenerme. Estar, en medio de tan locuaz juventud en silencio, es un imposible. Porque, ahora un ejemplo, ahora un juego, ahora una alabanza, etc., todo se complica para poner en movimiento la lengua y los pulmones, que están cansados, tal vez quisieran reposo. íAh! Con tal de que pueda un día descansar en el paraíso, por el que usted y todos trabajamos... FRANCESIA, Pbro. Así, pues, don Bosco era esperado en Mornese. Este pueblo, lo mismo que muchos otros, estaba desgraciadamente angustiado por el mildiu que desde hacía veinte años devoraba casi todo el viñedo, su principal riqueza. Sus habitantes habían recurrido inútilmente a distintos remedios para hacer desaparecer aquella enfermedad. En esto se esparció la voz de que algunos campesinos de los alrededores habían prometido una parte del fruto de sus viñedos para la continuación de las obras de la iglesia dedicada a María Auxiliadora en Turín y que habían sido maravillosamente favorecidos con una gran cosecha. Movidos entonces los de Mornese con la esperanza de mejores frutos y animados, a la par, por la idea de colaborar en una obra de religión, determinaron ofrecer para el mismo fin el diezmo de sus vendimias. La protección de la Santísima Virgen se hizo patente entre aquellos devotos. Tuvieron la abundancia de los más felices tiempos y ahora ((**It8.1011**)) manifestaban su alegría al poder ofrecer escrupulosamente lo que habían prometido, ya fuera en géneros, ya en dinero. Deseaban, sin embargo, poner en las mismas manos de don Bosco su ofrenda. Esto le daba ocasión a don Domingo Pestarino para invitar al Venerable a bendecir el majestuoso edificio de tres plantas destinado a colegio, acabado en parte, y de la capilla contigua al mismo. Don Bosco consintió, pero antes de dejar Acqui, escribió varias cartas, una de las cuales al caballero Oreglia, en la que, entre otras cosas, se lee un período dirigido a quitar en aquellas circunstancias, esto es, para el resto del año 1867, toda preocupación del ánimo de sus bienhechores acerca de la incolumidad de Roma. Parecía evidente (**Es8.858**))
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