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((**Es8.799**) sea pobre, tendrá siempre la paz en su corazón. Es feliz porque no teme a la muerte. íSi pudierais ver ahora en Turín a esos que dicen no temer al cólera, que se ríen de todo y que comen y beben sin medida! Cuando llega la noche no se deciden a ir a la cama porque en realidad temen ser víctimas del cólera durante la noche. Uno de éstos decía a su criado: -Estáte atento y ven, si esta noche toco la campanilla; es bonito decir que no se tiene miedo, pero el cólera no respeta a nadie; ya ha atacado a zutano y a mengano y no quisiera ir al otro mundo en el estado en que me encuentro. >>No es, acaso, feliz, aún en este mundo, el joven obediente, dócil, manso que, si muere, es llorado, alabado y bendecido por sus padres y por todos los que le han conocido? Por el contrario, si muere un joven díscolo, no se hace caso de su muerte o bien se dice: -El Señor ha hecho bien en llevárselo, de este modo no hará tantas diabluras. Y la madre y los hermanos dirán: -íEra nuestra perdición! Y aún en vida, se oirá repetir quizá a la propia madre: -Aquel joven, tan bueno y estimado de todos, ha muerto y el mío, que es un tormento, no se muere nunca. El joven bueno es feliz en los estudios y se lleva siempre los mejores premios porque él solo es digno de ellos. Los padres, si han de premiar a uno de sus hijos, siempre premian al mejor. Sin ir más lejos, vengamos a nosotros. A un joven virtuoso, virtuoso de verdad, >>no es cierto que todos le quieren, los Superiores, los padres y los maestros? Y se le tiene por veinte liras cuando debería pagar treinta; y por quince, y por doce, y por diez, y por nada cuando se lo merece. Hasta se paga a los mismos padres para que le dejen aquí. Los Superiores están contentos y son felices de tenerlo; si han de hacer un regalo, se lo hacen a él; siempre le agasajan; y sus padres están satisfechos. Por el contrario, a un joven malo se le tiene en el Oratorio hasta que llega una ocasión para despedirlo, y una vez que se le ha echado, dicen todos satisfechos: -íNos hemos quitado un peso! Y los compañeros repiten: -Vete en paz, ya no nos estorbarás más en nuestros estudios, no oiremos más tus malas conversaciones, no nos turbarás con tus murmuraciones, no nos fastidiarás con tu soberbia y tus peleas. Y, de vuelta en sus casas por vacaciones, dirán a todos los que lo conocen: -Fulano fue despedido del Oratorio. ((**It8.942**)) Solamente los buenos son bien vistos por sus compañeros, llevan una vida tranquila, honorable y feliz en este mundo. Al llegar la muerte la aceptan con gusto, porque se entregaron al Señor desde su juventud. En cambio, si nuestra vida ha sido mala, constituirá para nosotros un remordimiento terrible pensar que podíamos haber sido felices en este mundo y no lo fuimos por nuestra culpa; habríamos podido hacer mucho bien para la vida futura y no lo hicimos. Yo que soy viejo, no puedo decir: empezaré de joven, el tiempo pasado ya no vuelve. Vosotros que aún podéis decirlo, decidlo y hacedlo, y estaréis muy satisfechos en la hora de la muerte. Buenas noches. Sigue don Miguel Rúa en su Crónica: << 11 de septiembre. Salí hoy con don Bosco y fuimos insultados (**Es8.799**))
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