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((**Es8.79**) disciplina lo es todo en casa. Se entra en el comedor gritando, empujándose, como si se entrara en no sé dónde; ya dentro, se sigue riendo, charlando en vez de guardar silencio; y se sale con el mismo alboroto con que se entró. No se hace caso a los asistentes, que están como si no estuvieran. Sé que la mayoría se porta correctamente y que solamente son unos cincuenta los que arman el desorden, y que lo hacen porque les gusta el barullo. He decidido que, a partir de mañana, se entrará en el comedor en orden; don Angel Savio os pondrá en fila en los pórticos y entraréis por grupos; terminada la comida, se saldrá poco a poco, mesa por mesa, y así se evitarán todos estos inconvenientes. Ordeno al mismo tiempo a los asistentes que vigilen atentamente en el comedor y les impongo, por obligación de conciencia, que me den cuenta de lo que suceda y de quién causa el desorden, sea quien fuere. Para contentaros, ya que os quejáis de ciertos asistentes, les prohíbo del todo dar castigos; así nadie tendrá que lamentarse. No quiero que se castigue a nadie en casa; quiero que se me comunique a mí y, lo repito, obligo a los asistentes a ello en conciencia. Por mi parte, cualquiera que sea el que falte, o el modo en que falte, lo mandaré enseguida a su casa, porque no puedo tolerar la indisciplina en el Oratorio. Don Bosco es bueno, todo lo tolera, pero cuando se trata del orden, es inflexible. Si se tratase de falta de educación o de otras cosas que sucedieran entre mí y vosotros, las pasaría por alto; pero, cuando se trata de falta de respeto a los otros superiores, y el desorden es público, entonces no hay benignidad que me detenga. Además, a los aprendices les tolero ((**It8.78**)) más cosas que a los estudiantes. Los aprendices, acostumbrados a una vida más material, son dignos de compasión, si alguna vez faltan; muchos de ellos, si fueran despedidos, quedarían en medio del arroyo. Con los estudiantes no es así. Tienen suficiente cultura, un sentido más fino, y más educación y, por tanto, están obligados a comportarse de modo que nadie tenga que reprenderles en nada. Quiero que los estudiantes sean modelos en todo; de lo contrario márchense a sus casas o háganse aprendices. Y esto es así porque en el caso de que los estudiantes sean mandados a sus casas no quedan en el arroyo, puesto que la mayor parte tienen familia u otros parientes que se cuidarán de ellos. Estáis, pues, avisados. Yo comenzaré desde mañana. Habéis sido advertidos muchas veces durante los días pasados, y ahora es necesario tomar una determinación. Sabéis a qué ateneros. No quiero que haya malos estudiantes en la casa. No fue necesario más. Al día siguiente los muchachos formaron filas en riguroso silencio para entrar y salir en el comedor, ordenados por grupos. Don Angel Savio, el ecónomo, revestido de uno de los primeros cargos del Oratorio, debía mantener las prescripciones dadas. 21 de marzo Tengo que comunicaros una triste noticia. Ha muerto el Obispo de Cúneo. También él había sido nombrado testigo para el reconocimiento del cuerpo de la Beata María de los Angeles. No se encontraba muy bien de salud, pero, habiendo experimentado en otras ocasiones que el aire de Génova le probaba, esperaba también este año que un viaje a aquella ciudad le obtendría las mismas ventajas de otras veces. En efecto, fue. Esta tarde, estando en mi habitación, me llegó un telegrama que decía: Esta mañana a las siete moría en Génova monseñor Manzini, Obispo de Cúneo.(**Es8.79**))
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