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((**Es8.776**) por los demás. Parecía muerto; costó tiempo reanimarlo y fue una verdadera gracia de María Auxiliadora. Nadie puede describir la desolación y el terror de los compañeros y de don Juan Bautista Francesia en aquellos dolorosos momentos, y el agradecimiento que demostraron a la Madre Celestial invocada y al salvador Finocchio, que entró más tarde en la Orden de los Frailes de San Francisco. María Santísima libraba así a sus hijos del Oratorio de los peligros corporales y sobre todo amaba salvarlos de los peligros del alma. El caballero Oreglia entregaba a don Bosco la carta de un joven decidido a ponerse a hacer el bien. íCuántos, de los que se había perdido toda esperanza de éxito ((**It8.913**)) tenían cada año, por bondad de María, inspiraciones saludables y eficaces! Un joven estudiante del curso de retórica había sufrido gran daño con la lectura clandestina de las obras de Leopardi, y por su extrema frialdad en la piedad, los Superiores le aconsejaron que pasara a la sección de aprendices. Hacía ya dos años que trabajaba en la imprenta cuando, volviendo sobre sí mismo, reanudó con fervor las prácticas de piedad que había abandonado, y el 16 de agosto escribía a su jefe: <>Ya hace dos años que no abro un libro de estudio y se esfumaron muchas materias de mi mente, que quiero repasar, para poder cursar bien la filosofía y ser siempre uno de los primeros, como deseo y espero. Estoy harto de la vida que he llevado hasta aquí; es hora de que me libere de una vez de esta funesta tibieza en la que he permanecido durante tanto tiempo: quiero cambiar de vida y dedicarme desde este año totalmente al Señor y repetir con san Francisco de Borja: Estoy decidido; lo he decidido así. Don Bosco ya me ha fijado el día para la confesión general. Necesito atender a mi alma y prepararme bien y, a partir de ese momento, empezaré a ser totalmente de Dios; ya no tendré más voluntad; la de mis Superiores es la voluntad de Dios; y ésa será también la mía>>. Y con la ayuda de María Santísima mantuvo su promesa. Después de superar muchas dificultades, llegó a ser un distinguido doctor en letras, un religioso ejemplar y un sacerdote piadosísimo. A mitad de agosto fue don Bosco a visitar al Obispo de Acqui, monseñor Contratto, que veraneaba en Strevi, y éste quiso que conociera (**Es8.776**))
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