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((**Es8.719**) de San Francisco de Sales de gozar de la aprobación de la Santa Sede o poseer la facultad de las dimisorias; y añadía su más cordial alegría por las ((**It8.846**)) voces que corrían anunciando que muy pronto sería nombrado Cardenal. Monseñor Berardi le respondió: Muy apreciado don Juan: Con sumo placer volví a abrazar al Obispo de Mondoví, que me entregó su carta dictada por su consabido cordial afecto. La situación de las Constituciones es la misma que le indiqué, y si hubiere aclaraciones sobre las dificultades para las dimisorias, ya haré que también dicho prelado se entreviste con monseñor Svegliati. Le agradezco las oraciones que hace y hace elevar por mí; yo haré otro tanto para que prospere su salud y su útil Institución a la que usted atiende con celo, superando valientemente todas las dificultades. Acerca de las voces que han llegado sobre mí, puedo asegurarle que no tienen nirigún fundamento. No entiendo poseer algún mérito para tan sublime dignidad, y estoy muy contento de vivir in abscondito (en lo escondido) prestando a la Santa Sede los servicios compatibles con mi poquedad. Me alegra inmensamente que el edificio de la iglesia de María Santísima Auxiliadora siga adelante, y espero que con la ayuda de Dios llegue pronto a su acabamiento. La ayuda de los fieles que acuden a usted implorando el auxilio de la Reina de los cielos, le suministrará medios abundantes. Sí, la Santísima Virgen dará a usted el consuelo de verla honrada y venerada en este lugar bajo un título especial que inflame el corazón de los creyentes. Mi madre le saluda y se encomienda a sus oraciones. Siga usted teniéndome presente en el santo sacrificio de la misa, lo mismo que yo no ceso de hacer por usted y créame con afectuosa estimación. De usted, apreciadísimo don Juan, Roma, 18 de junio de 1867 Su afectísimo y seguro servidor JOSE BERARDI Las diligencias del Obispo de Mondoví y de monseñor Berardi eran de buen augurio para don Bosco, que también había escrito a varios Obispos para obtener más cartas comendaticias para la aprobación de la Pía Sociedad. Monseñor Santiago Jans, Obispo de Aosta, se apresuraba a mandarle la suya: Augustae Praet., 20 Junii 1867 Beatissime Pater, Beatísimo Padre: Sanctitas Vestra saepe saepius Vuestra Santidad advirtió ya admonuit Episcopos inimicum hominem muchas veces a los Obispos que el in his luctuosis temporibus maximos hombre enemigo hace muchos facere conatus ad destruendam fidem esfuerzos en estos lamentables et maxime ad corrumpendam juventutem. tiempos para destruir la fe y sobre todo para corromper la juventud. (**Es8.719**))
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