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((**Es8.628**) no sólo por lo que a él toca sino también en cuanto a gestionarlo ante el Arzobispo de Turín. No deje V. S. de cultivar este buen elemento y, si lo cree oportuno, escriba también a monseñor Cerruti felicitándole por su promoción y al mismo tiempo hágale la indicación de que <>. Esta carta le será muy grata y, creo yo, muy oportuna. Para su norma, me dice monseñor Cerruti que Riccardi trata de retardar por todos los medios su entrada en Turín. Pero es cierto que el Santo Padre solicita la partida de Cerruti para que esté cuanto antes en Savona. Será consagrado por el cardenal Di Pietro, en la primera fiesta después de Pascua. Esto en reserva, para su norma. El Cardenal Vicario.-Le saluda con todo afecto. Antes de la carta que ya hace días le envió, que supongo habrá leído V. S., me comunicó la que V. S. le había escrito a él, y es más, me entregó los folios Super animadversiones (Acerca de las advertencias), etc., para que los leyera y, por cierto, los tengo todavía conmigo. Me aseguró que ya había hablado con el cardenal Quaglia en favor del asunto, pero me manifestó una gran perplejidad, de su parte y de la de Quaglia, para consentir en el privilegio que se pide para los ordenandos de su Institución. Le parece a él que, si antes no se realiza la aprobación en general por la Santa Sede y no ha pasado cierto número de años, no puede concederse tal privilegio. Yo no dejé de influir de otro modo con varias razones sobre el ánimo de Su Eminencia y, finalmente concluí el coloquio persuadiéndole a que cooperase, si no en más, al menos para que se concediera por ahora a un número determinado de ordenandos, de veinte o treinta por ejemplo. Más tarde se irán pidiendo las prórrogas de este indulto, de modo que, después de cierto tiempo, la concesión será perpetua y estable. Iglesia libre dentro de un Estado libre.-Esta solemne utopía, utopía de las utopías, es la que yo he negociado, entre otras cosas con el Cardenal Vicario, y la sigo negociando con otros aún, en favor de sus Constituciones, para demostrar que, en el caso de que produjese esta imposible separación de entes, Iglesia y Estado, el Estado queriendo servirse de todos sus hombres aptos para la guerra, haría imposible la ordenación de los clérigos, salvo el restringidísimo número designado para cada diócesis. Entonces, >>cómo podrían los Obispos atender a los alumnos de su Instituto? Y el Instituto >>cómo podría subsistir, si a las trabas que pone el Estado, se añadiesen las trabas con que le liga la Iglesia? Además, una vez admitido el privilegio de ordenar a los jóvenes alumnos independientemente de los Obispos y dado el hecho de que los alumnos del nuevo Instituto son italianos o extranjeros, el Instituto, acomodándose a las circunstancias, aceptará con preferencia a los corsos por ejemplo, a los malteses, a los pontificios y a otros ((**It8.740**)), los educará, hará de ellos buenos sacerdotes, no sujetos, por su nacionalidad a las leyes de Italia, y mientras tanto la Religión se beneficiará en Italia y fuera de ella del trabajo de estos nuevos ministros y esta Institución dará con tal método a la Iglesia y a la sociedad libres ciudadanos y santos eclesiásticos, muy útiles para el bien de ambas. Sobre las advertencias.-En los folios enviados por V. S. al Cardenal Vicario sobre las advertencias, no he visto anotados dos Institutos muy recientes, que hasta ahora han gozado y siguen gozando del privilegio que nos ocupa. El primero es la congregación de los sacerdotes llamados Palotinos, para los cuales el cardenal Lambruschini obtuvo del Papa Gregorio XVI esta facultad, viviendo todavía el fundador don Vicente Pallotta. El otro es la congregación polaca de los Sacerdotes de la Resurrección, instituída en Roma en la iglesia y casa de san Claudio de los Borgoñones, a (**Es8.628**))
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