Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es8.611**) El había obtenido del Papa todo lo que había pedido. Además de las indulgencias ya dichas, Pío IX había concedido licencia a los sacerdotes para bendecir rosarios y medallas, y además indulgencia plenaria cada vez que celebraran la santa misa; asimismo, facultad para leer y guardar libros prohibidos. Estos privilegios eran personales y, por consiguiente, se referían solamente a los que se encontraban en casa aquellos días. Y como si esto no bastara, todas las indulgencias y favores concedidos al Oratorio se habían extendido a los colegios de Mirabello y de Lanzo. Don Bosco había traído también para cada uno de sus hijos un crucifijo, bendecido por el Papa con cuatrocientos días de indulgencia cada vez que se besare, o se diera a besar a otros; e indulgencia plenaria para cuantos lo besaren en punto de muerte. Después de haber expuesto todo esto a los Salesianos, con el alma llena de afecto hacia el Pontífice y hacia sus muchachos, habló a éstos después de las oraciones de la noche. He aquí unos apuntes de lo que dijo a toda la comunidad: Pío IX me ha preguntado: -Don Bosco, >>Me aman vuestros jóvenes? -Santo Padre, >>que si os aman?, le respondí; íos tienen en el corazón! íLlevan vuestro nombre entrelazado con el de Dios! íQué gran Pontífice! En sus aflicciones, en sus dolores, y entre los muchos cristianos que se atreven a declararle la guerra, él encuentra su consuelo oyendo que vosotros le amáis. Recordad la limosna de cuatrocientas liras que mandó al Oratorio no hace mucho con estas pocas palabras: -Un padre pobre a sus hijos pobres. Pero él ha querido daros más pruebas del cariño que os tiene y os ha concedido lo que casi nunca se concede. Don Bosco le pidió para vosotros indulgencia plenaria para cada vez que comulguéis, más aún, ((**It8.720**)) indulgencia in artículo mortis, aun cuando no haya presente un sacerdote autorizado para daros la bendición papal; y todavía más, la indulgencia plenaria una vez al mes, en forma de jubileo, en el día del ejercicio de la buena muerte. Cuando hice estas peticiones, Pío IX permaneció pensativo un instante y en silencio; y después exclamó: -Hagamos un esfuerzo de nuestro poder. Hasta ahora no he concedido a nadie lo que pedís; pero ía Vos os lo concedo! Yo, dudando de que el Papa no hubiese comprendido toda la extensión de mi súplica, añadí: -Estas gracias: >>son solamente para algunos? Quería yo decir si solamente eran para los socios de la Congregación o si también para sus alumnos. Pío IX replicó: -Si debo concederlas para algunos, >>por qué no para todos? Así que de ese modo fueron comprendidos todos los muchachos actualmente (**Es8.611**))
<Anterior: 8. 610><Siguiente: 8. 612>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com