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((**Es8.608**) el Santo Padre se dignaba recibirme en audiencia privada. Postrado entonces a su pies, le pedí los siguientes favores: 1.° Una bendición especial para todas las familias que en algún modo y medida han concurrido a sostener las obras de los Oratorios con su beneficencia y especialmente para los que promovieron la tómbola, cuyo producto está destinado a ultimar la iglesia dedicada a María Auxiliadora, en construcción en Valdocco, barrio de la ciudad de Turín. 2.° Indulgencia plenaria para los mismos, cada vez que, confesados, reciban la santa Comunión. 3.° Indulgencia plenaria in artículo mortis. El Santo Padre, con bondad verdaderamente paternal, alabó a los caritativos bienhechores, les concedió con efusión de su corazón los favores implorados, y me autorizó para comunicárselo a todos los interesados. Mientras cumplo con este gratísimo deber, le ruego reciba este nuevo rasgo de benevolencia del Supremo Jerarca de la Iglesia, juntamente con mi más profundo reconocimiento. Persuadido de que este año, gracias a la continuación de su ayuda, tendremos la satisfacción de ver inaugurado el suspirado templo para el culto divino, le aseguro que no dejaré de rogar a Dios para que con sus celestes bendiciones le recompense dignamente en el tiempo, y después un día le haga plenamente feliz en la eterna bienaventuranza. Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. Esta circular fue recibida con sumo reconocimiento por los bienhechores. Cada correo llevaba a don Bosco cartas de gratitud, las cuales, por lo general, expresaban los mismos pensamientos ((**It8.716**)) de fe y de afecto al Siervo de Dios. La condesa Carolina Lützow, amiga de la marquesa Vitelleschi, cuya familia, ilustre en la diplomacia, sostenía correspondencia epistolar desde hacía muchos años con el Oratorio, escribía en francés al caballero Oreglia, desde San Vito cerca de Turín, donde acostumbraba pasar algunos meses del año. <>Me dirijo a usted para rogarle que le testimonie mi más vivo reconocimiento por las inapreciables gracias que ha pedido al Santo Padre. Mi madre me encarga lo mismo en su nombre. Estamos conmovidas al ver que ambas hemos sido incluidas en el número de los que reciben la indulgencia y la bendición del Santo Padre, nosotras que hemos contribuido tan poco a su hermosa obra. Cada vez que podamos alcanzar la indulgencia plenaria concedida por el Santo Padre, bendeciremos el nombre de don Bosco, rogando al Señor le recompense por habernos procurado tan gran beneficio y bendiga siempre más y más sus caritativas fatigas>>>>. Desde Cerdeña y con fecha del 16 de marzo, el teólogo Felipe Campus, canónigo y párroco en Sássari, escribía a don Bosco: (**Es8.608**))
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