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((**Es8.590**) y hablarle una vez. Pero algunos interpretaban mal y veían con malos ojos aquel afluir de gente, especialmente porque en una ocasión don Bosco dejó escapar de sus labios una terrible verdad que, aun siendo muy cierta, ofendía los oídos de alguno. La verdad era ésta: >>-El motivo por el cual van tan mal las cosas de la religión es por falta de instrucción catequística. Las tres cuartas partes de Roma ni siquiera tienen catecismo. ((**It8.694**)) Y si las cosas siguen empeorando, veremos en Roma las consecuencias imprevistas de esta ignorancia. >>De hecho ya estamos viendo ahora todo lo que don Bosco preveía y decía entonces; lo vemos con nuestros ojos; y no estamos a tiempo para remediarlo. Pero en aquellos días y debido a esta verdad, dicha por don Bosco, se empezó a hablar contra él, repitiendo: >>->>Acaso debemos aprender de don Bosco el método para instruir a nuestro pueblo? >>Es que solamente él sabe enseñar el catecismo? >>Es que nosotros no servimos para promover la cultura religiosa?... Mirad lo que se hace en San Pedro ad Vincula íAllí están los doctores! Uno predica desde dentro, y el otro fuera... >>Entre los adversarios y censuradores de don Bosco se encontraba también monseñor Mónaco La Valletta. Pude acercarme a algunos de ellos y les expuse lo que don Bosco preveía, y ellos, viendo después que de día en día se cumplía exactamente lo que don Bosco había dicho, empezaron a apreciarlo, y monseñor La Valletta se hizo su amigo. Yo, empero, desde entonces avisaba a don Bosco diciéndole: >>-No hable más con tanta franqueza, se hundirá.>> Hasta aquí monseñor Fratejacci. Mientras tanto, don Bosco había decidido su partida y fijado el itinerario del viaje. La alegre noticia se había transmitido a Turín: Roma, 23 de febrero de 1867 Muy apreciado Caballero: El bonísimo don Bosco, conocido y admirado por sus virtudes, es objeto de admiración, de santa envidia y del deseo universal. Todos le buscan, todos le llaman y él se hace todo para todos, como puede y hasta donde puede. A pesar de esto resulta difícil verle y hablarle, y muchas veces hay que perder horas de inútil espera. Yo he enviado esta mañana a uno de mis criados para saber si podré verlo y cuándo, antes de su partida, y espero que mañana podré besar su mano. Pienso en los efectos e impresiones de la prolongada ausencia de este digno sacerdote de su Oratorio, pero pronto estará de vuelta entre los brazos de sus hijos. Piensa partir el lunes próximo, 25 de febrero, ((**It8.695**)) por la vía de Ancona, Fermo, Bolonia y creo, si todo va bien, (**Es8.590**))
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