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((**Es8.579**) días después de la bendición, con su estupor y el de otros, había salido e ido personalmente a agradecer al Señor la curación obtenida. Por diversos sitios han sucedido otros hechos similares. Don Bosco habló por lo largo con el Papa de nuestros bienhechores, especialmente del caballero Javier Collegno, del caballero Clemente Villanova, y del marqués de Fassati y, después de la petición formal, el Pontífice concedió a éstos y a otros tres señores, que usted ya conocerá, nada menos que el título de Comendador de la Orden de San Gregorio Magno. Todos están maravillados de la facilidad con que don Bosco pudo obtener eso. Y crece el estupor al saber que el Papa ha concedido estas seis cruces sin querer determinar las personas, deseando que fuesen condecorados aquéllos, a quienes don Bosco tuviera a bien otorgar este honor. >>Qué será lo que no obtenga don Bosco del buen Pío? Pronto llegarán los diplomas auténticos de la gracia soberana. El domingo 24 iré a ver la fiesta del nuevo Siervo de Dios elevado al honor de los altares y me acordaré mucho de usted y de todos mis queridos amigos del Oratorio. J. B. FRANCESIA, Pbro. En una tercera carta, dirigida por él mismo a los alumnos del Oratorio, seguía hablando con entusiasmo del amadísimo Padre. Mis queridos amigos: Parece que nuestra vuelta al Oratorio se retrasa. íSi vieseis qué cantidad de gente hay siempre, también vosotros condividiríais mi temor! íSi vierais con qué alegría corren los muchachos romanos hacia don Bosco! El otro día estuvo de nuevo en el Colegio Nazareno y le leyeron un bellísimo discurso de alabanza, dirigido a vosotros. íCuántos elogios a vuestra suerte, queridos amigos! Os lo mandarán en breve. Son muchachos ricos, que se sienten pobres al lado vuestro, porque tenéis la fortuna de poseer a don Bosco. Con qué transportes de filial devoción besaban su mano y con qué confianza le hablaban de su alma. Están más que convencidos de que don Bosco conoce sus conciencias, mejor que ellos, y con franqueza juvenil ((**It8.682**)) le preguntaban. Vosotros, que estáis acostumbrados a la vida del Oratorio, no podríais hacerlo con mayor confianza. Qué sonoro estallido producían estos muchachos con sus labios al besar la mano de nuestro don Bosco: parecía que con aquel beso querían decirle muchas cosas, que ciertamente le decían. Y los buenos Padres, directores del Colegio, estaban siempre al lado para honrar, reverenciar y obsequiar a don Bosco. Vosotros ciertamente le queréis, pero me pareció en aquel instante que estos muchachos os ganaban. Conocían quién era don Bosco; quizá no todos vosotros le conocéis. Don Bosco os escribirá pronto y os descubrirá a todos la vida, virtudes y milagros que habéis hecho durante todo este tiempo. Escuchadlo como se merece. Seguramente os habéis dado cuenta de que os predico el sermón y empezáis a bostezar. Lo que vosotros queréis son noticias de don Bosco. Cambiemos, pues, de tema. Hace pocos días conversaban dos de nuestros conciudadanos, cuando oyeron este diálogo entre dos personas de la calle: -Oye, >>has oído hablar de ese cura que ha venido de lejos y que hace tantas cosas maravillosas? -Sí, respondió el otro, y está en San Pedro ad Vincula. (**Es8.579**))
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