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((**Es8.535**) Siempre tranquilo, sereno y paciente, oyendo a todos, consolando a todos y recibiendo a todos con la bondad que le es tan natural. Si no hubiera nada más que manifestase su grandeza, todos confiesan que lo es por la dulzura de su trato. Entre otras personas, estuvo la princesa Odescalchi, la cual pudo llegar a él después de venir en vano otras veces. Le contó que la pobre enferma ortodoxa rusa, a quien don Bosco había bendecido, no hablaba más que de él; que le agradecía su caridad por haberla visitado; y que, al recibir su bendición, había sentido como un frío misterioso corriendo por sus huesos; que la medalla que le dejó don Bosco es su más fiel compañía; que llora y reza pensando en don Bosco. íQué triunfo más hermoso para la Iglesia si se convirtiese! Otras correligionarias suyas la imitarían. Rueguen también ahí en favor de esta pobre enferma para que Dios le conceda la salud del cuerpo, si así le conviene para la eternidad, y seguramente la salvación del alma. Cuando don Bosco sale a la ciudad se encuentra en muchas casas y familias que antes no conocía, y que le llevaron allí sin él saberlo para obtener su bendición o para presentarle un enfermo. Lo que veo, parece fábula y es verdad. Una persona estuvo sin comer durante todo el día con el deseo de hablarle, y se marchó sin alcanzar este consuelo. Se iba llorando con ánimo de volver. Los párrocos le invitan para ir a sus iglesias, los directores a sus escuelas, los religiosos a sus conventos. Todos los días igual: ya sé que os lo dije muchas veces, pero también sé que os gusta oírlo repetir. Don Bosco oye que alaban la conducta de nuestra Casa, pero él no parece muy satisfecho de ella. Dos días que puso en ella una atención especial, vio algo que le entristeció mucho. En cuanto pueda, me dará nombres y apellidos y yo os los enviaré para vuestra norma. >>Conformes? Quizás no; pues bien, se hará lo que mejor fuera para vosotros y para vuestras almas. Don Bosco admira y da gracias a la Providencia de cuanto hizo y hace por nuestra Casa. íCuántas personas piadosas, que antes no nos conocían para nada, y ahora se han convertido en fervorosas bienhechoras! íDios es admirable con sus siervos! A ((**It8.630**)) una persona que necesitaba hablar con don Bosco sobre asuntos de conciencia, le dijo, antes de escucharla, que ya sabía lo que quería, y le respondió de acuerdo con sus deseos. Otro, enfadado por haber tenido que esperar demasiado, presentóse a él despechado y casi insolente. Don Bosco pudo haberle respondido en el mismo tono, pero no lo hizo y guardó silencio. Aquel tal, mortificado, se arrojó a sus pies y pidióle perdón. Con escenas como éstas podría llenar varios folios, pero me parece que basta con lo dicho. A*... dice don Bosco que trabaje de buena gana, y que no quiere mezclar la tierra con el oro. Don Bosco ya casi se halla totalmente repuesto de su pequeño malestar y trabaja por quince. íQué vergüenza para quien le gusta pasárselas sin nada! Mil gracias para don Celestino Durando por las buenas noticias que me da de mis queridos estudiantes, en medio de los cuales me encuentro todo el día, para estar por la noche con mis aprendices. >>Quién les cuenta el ejemplo los días de fiesta? >>Quién asiste a las escuelas nocturnas? No tengo ninguna noticia de esto y las espero, lo mismo que don Bosco, y no sólo ésas, sino las de toda la casa. Cómo se alegra cuando recibe vuestras cartas y os puedo asegurar que no las olvida. Pero casi todas le recuerdan que vuelva, y quizás más que todo es lo que, callando, da a entender el señor Prefecto. Querido mío, para este mes no hay esperanza y para el otro ya hablaremos. Discutiremos (**Es8.535**))
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