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((**Es8.507**) <>. El Comendador, que no era enemigo de la Iglesia, se entendió fácilmente con él y no sólo se prestó a no poner obstáculos al nombramiento de los Obispos, aunque las instrucciones de Ricasoli eran muy exigentes, sino que se declaró dispuesto a cooperar en los actos del Papa. Comprendía muy bien que éste no podía consentir que los nuevos elegidos, y principalmente los destinados a las diócesis de los antiguos Estados Pontifícios, presentasen las Bulas al Gobierno: en consecuencia no se obstinó en exigir tal presentación y se contentó con un simple aviso de nombramiento. El Papa, conocida la flexibilidad de Tonello, se alegró de ello y aprobó. El Gobierno italiano estaba interesado en dar una satisfacción a Francia, y condescendió. A partir de aquel momento la discusión entre el Delegado Pontifício Antonelli y el Comendador, se redujo al modo de hacer y reconocer los nombramientos episcopales; y convinieron verbalmente proceder de esta forma: -Se establecieron de nutuo acuerdo las Sedes y las personas a nombrar: el Delegado Pontifício comunicaría al Gobierno la designación de las diócesis y de los elegidos: la Santa Sede expediría bulas, conforme a las del último arzobispo de Génova, omitiendo lo tocante a la presentación regia; se entregaría una nota de ello al enviado; y éste escribiría al Ministerio para que se diesen las disposiciones oportunas, con el fin de que los nombrados tomaran posesión de sus Sedes. Le tocó a don Bosco ir varias veces del cardenal Antonelli al Papa, del Papa a Tonello, y de Tonello al Vaticano. Consiguió así tal confianza con Pío IX, que le bastaba presentarse para tener audiencia inmediatamente. Monseñor Pacifici, que sostenía cordial amistad con el Venerable, como tenía que ir por su cargo dos veces a la semana al Vaticano, pasaba infaliblemente por casa Vimercati con su coche, para ver si don Bosco necesitaba ((**It8.596**)) ir a ver al Papa o al cardenal Antonelli. Concluidos y aprobados los trámites por ambas partes, se procedió a los nombramientos. Pío IX hizo que le entregaran una lista de los mejores sacerdotes que se conocían en las diversas diócesis de Italia, y encargó a don Bosco que le anotara los nombres de los que él tenía como los más dignos, por su doctrina y preclaras virtudes, para proponerlos al Gobierno italiano para las diócesis del Piamonte. También Tonello pidió instrucciones y los nombres de los eclesiásticos (**Es8.507**))
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