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((**Es8.48**) respecto a la cantidad de muchachos de la casa, sólo una minoría falló; pero esta minoría es bastante más numerosa de lo que yo hubiera pensado. En el Oratorio han acontecido cosas que nunca se habían dado. Hay quien roba y se roba de todo a todos: se roban libros, se roba dinero, se roban prendas, se roba fruta y todo lo que se puede quitar. Algunos leen libros que son verdaderamente malos y los leen en la iglesia, durante la lectura y durante las funciones sagradas. Hay más. Algunos se ausentan de la iglesia y de la clase y se esconden en habitaciones apartadas para no ser vistos. Hasta hay quienes se retiran a ciertos lugares, y prefieren morir en aquel hedor antes que ir a donde les llama el deber. Y esto no es todo. Algunos se han convertido en maestros de perdición de infelices compañeros y han hecho más. No contentos con ello, se glorían del mal hecho como de una gran victoria. <> (Los que se gozan en hacer el mal, se regocijan en la perversidad). Por tanto, he tomado una decisión y es la de despachar a los autores de estos escándalos. Don Bosco es el hombre más bueno que exista sobre la tierra: destrozad, romped, haced chiquilladas y os compadecerá, pero no os dediquéis a arruinar las almas, porque entonces es inexorable. Cuando un muchacho entra en casa, mi corazón se alegra, porque veo en él una alma que hay que salvar; y cuando se inscribe entre mis hijos, se convierte en mi corona. Pero hay dos clases de coronas; si corresponde a mis cuidados, si se esfuerza por salvar su alma, entonces este joven forma mi corona, una corona de rosas. Si rehúsa poner en práctica mis palabras, si veo que no se preocupa de lo tocante a su alma, entonces os aseguro que es para mí una corona de espinas. Y si, además, éstos, no contentos con hacer daño a sus almas, tratan de arruinarme las otras, entonces ((**It8.41**)) no puedo soportarles de ningún modo; tengo que echarlos. Por lo tanto, los que se convirtieron en cabecillas de estos desórdenes serán tenidos en cuenta y mañana, sin más, serán avisados para salir inmediatamente del Oratorio, que han profanado con sus pecados. Los que fueron menos culpables, quedan ya avisados públicamente, y lo serán después privadamente por mí, uno por uno. A estos les digo: -Mira, hijo mío, procura enmendarte; de lo contrario, el mismo castigo que han tenido los demás caerá sobre ti; corrígete, aún tienes abierta la puerta del arrepentimiento; pero si continúas por el camino empezado, vas derecho a la eterna perdición. Sé que algunos de éstos, se ríen ahora mismo mientras yo hablo, pero piensen que, si los dejo todavía por algunos días, sólo es para darles la última oportunidad. El demonio os hace cometer los pecados y os da la esperanza de que permanecerán secretos, y hará todos sus esfuerzos para ocultarlos a los ojos de los hombres. Pero es muy difícil que yo no llegue a saberlo. Y si, por algún tiempo, pasáis desapercibidos, si lográis hacer algo a hurtadillas, recordad que, si el demonio es astuto, el Señor es más astuto que él. Dejad que me desahogue, que desahogue mi corazón con vosotros, con quienes no tengo nunca secretos. Necesito desahogarme: si hay mucha culpa en el que obedece, tampoco está libre de ella el que manda. Si cada uno cumpliese con su deber en el cargo que se le asignó, no ocurrirían ciertos desórdenes. Todo el que goza de autoridad en la casa, procure servirse de ella para bien de las almas. Deseo sugeriros dos medios para reponer el orden en la casa, dos medios que, tal vez, los que más lo necesitan, no querrán entenderlos:(**Es8.48**))
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