Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es8.467**) ((**It8.548**)) El 20 de diciembre estaba don Bosco de vuelta en Turín para terminar la novena de Navidad con sus muchachos; y don Juan Cagliero recibía una carta de monseñor Rota, que decía: <<27 de diciembre de 1866.-Estoy muy agradecido a la visita que don Bosco me ha hecho y desearía que él estuviese contento de cómo he celebrado yo su agradable sorpresa. Angel y Santiago hicieron cuanto pudieron en medio de nuestra miseria y los benévolos huéspedes habrán dicho, como espero: Si desunt vires, tamen est laudanda voluntas (Si faltan las fuerzas, hay que alabar la voluntad). Usted presente de nuevo mi sincero agradecimiento al óptimo don Bosco y al señor conde Radicati, si tiene ocasión de verle... y además mis afectos y saludos en el Oratorio, del primero al último, desde don Bosco al portero>>. En aquellos días se había cumplido una de las predicciones de don Bosco. Había dicho públicamente a los muchachos en los primeros días del curso escolástico que se preparasen a ponerse en gracia de Dios, porque uno del Oratorio pasaría a la eternidad antes de Navidad. Entre los alumnos que hacía poco tiempo habían entrado en la casa, no acostumbrados a tales anuncios, cundió el pánico y algunos de ellos querían volverse a sus casas. Cuando varios padres se enteraron por sus hijos de la fúnebre predicción, quejáronse a don Bosco, y fueron con sus lamentos a la Comisaría donde les prometieron que las autoridades tomarían el asunto en consideración. En efecto, durante el recreo llegó al Oratorio el mismo Fiscal del Tribunal, sin darse a conocer. No se presentó a don Bosco, sino que se paseó por el patio interrogando a algunos muchachos acerca de los reglamentos de la casa, de las clases, del discursito que se tenía después de las oraciones de la noche, y sobre las cosas que don Bosco les contaba. Así, y sin que los interrogados sospechasen, llegó a cerciorarse sobre la verdad de la acusación presentada. Y he aquí que, después de unos días, entró en la habitación de don Bosco un señor bien vestido y de porte distinguido. Era un Delegado de ((**It8.549**)) policía, encargado de protestar. Ya en los primeros cumplidos, hechos con exquisita elegancia, entremezcló frases que don Bosco, de buenas a primeras, no pudo entender. -Usted tiene muchos jóvenes, don Bosco, pero no hay que asustarlos. íPobres muchachos! Cuando tienen miedo, no pueden cumplir bien sus deberes... y es muy fácil asustarlos... Luego, pierden la característica alegría que debe distinguir un centro de educación. (**Es8.467**))
<Anterior: 8. 466><Siguiente: 8. 468>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com