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((**Es8.446**) y cómo a veces les había revelado el futuro. Su Eminencia le oía con infantil sencillez y en ocasiones le pidió que le dijese algo sobre su propio porvenir. Un día, antes de que se hubiera publicado la antedicha circular ministerial, fue don Bosco a visitarle según costumbre. El odio contra el clero, en vez de calmarse después de tantos malos tratos, parecía acentuarse con rabia especial en determinado partido del Parlamento, y había algún diputado que quería proponer una ley que obligase a los sacerdotes a abandonar el traje talar y vestirse como los seglares. Todo indicaba nuevas persecuciones, y por tanto parecía cada vez más lejana una esperanza de liberación para el Cardenal. -Y bien, don Bosco, le dijo su Eminencia apenas verle; >>sabe algo de mi porvenir? -Prepare las maletas, Eminencia, porque pronto podrá volver a Fermo. ->>Volver a Fermo? >>Ahora? >>Con esta guerra que se promueve contra el Clero? -Y sin embargo es así; la Virgen se lo ha dicho a uno de nuestros muchachos. -Pues bien, cuando esté libre, quiero ir enseguida a donde me llama el deber; pero antes pasaré por el Oratorio para devolverle las visitas y testimoniar mi gratitud a la Virgen. -Le aseguro que le dedicaremos una hermosa fiesta. ((**It8.524**)) ->>Y me hará conocer al joven profeta? -íNaturalmente! Le vigilo para que no se lo crea; sin embargo, se lo pondré delante. Aquella misma noche contaba don Bosco este diálogo en el comedor de debajo del pórtico, en presencia de don Juan Bautista Francesia y don Joaquín Berto, entre otros. Todos se maravillaron y creyeron que era imposible el cumplimiento de la profecía; tanto más cuanto que algunos muchachos, de quienes se decía poseían gracias especiales, no eran los más sobresalientes por inteligencia y otras dotes, ni gozaban de mucho aprecio entre los compañeros. Verdad es que la humildad sabe esconder las más hermosas virtudes, y además conviene añadir que don Bosco, cuando descubría algo extraordinario en un alumno, solía cambiar de actitud con él y tratarlo de una manera seca para mantenerle en humildad. Así que no se pudo saber a quién se refería, cuando dijo que había recomendado a un muchacho que rezase y que había obtenido la comunicación manifestada al venerando exiliado. (**Es8.446**))
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