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((**Es8.433**) comparto y agradezco su buen corazón al recomendarme lo que tan encarecidamente hace la santa causa del veneradísimo don Bosco y toda su familia, comprendida la gran iglesia que construye. Pero hube de persuadirme de que usted no conoce mucho mi corazón ni mi posición, pues de lo contrario no me habría escrito de esta forma. Digo mi corazón con relación a don Bosco, a quien profeso tanta estima, tan respetuoso afecto y veneración que tal vez no ceda un punto a ninguno de sus admiradores; y lo siento por el Padre, lo siento también en proporción por sus dignos hijos y por las obras de su caridad y celo. No es necesario, por tanto, que yo reciba recomendación alguna para tender mi mano en socorro de tan gran obra, allí donde fuere posible: la llevo conmigo, no necesito en absoluto ninguna recomendación, me es algo tan querido, fuerte y apremiante, que me parece sería capaz de cualquier acción forzosa siempre que la Providencia me presente una ocasión propicia. Pero, qué quiere; al presente puedo hacer muy poco o nada en favor del hombre de Dios y su bendita familia. Verdad es que, por inmerecida dignación del arzobispo monseñor Fransoni, de santa memoria, soy miembro de la Administración de los bienes del Seminario; pero se equivoca V. S. si cree que yo pueda tener o tenga una influencia decisiva sobre las opiniones y votos de los señores administradores, a quienes me cabe el honor de tener por colegas. Nótelo bien; se lo digo con franqueza confidencial; soy el último de todos por edad, gobierno, ciencia, virtud, antigüedad, práctica, experiencia y méritos. Ellos fueron mis superiores durante mis estudios, en las clases y en los varios cargos que tuve que ocupar. Toca a ellos natural y justamente, el magisterio de la antigua influencia sobre este pobrecito; ya es mucho que goce de su tolerancia y se me aguante en su compañía y consentimiento. >>Ha comprendido? Por lo demás, no lo dude un momento, querido don Miguel, yo nunca dejaré de poner mi granito en la balanza en favor de don Bosco y de sus admirables empresas. Hablaré, apoyaré, sostendré, impulsaré, defenderé y haré todo lo mejor que pueda, en mi ignorancia e insuficiencia, para toda obra de bien. Toca al Señor bendecir mis esfuerzos, avalar mis palabras, abrir mis labios y darme un lenguaje de caridad y de poder triunfador sobre los corazones. Pídaselo por mí. Reciba V. S. mis pobres, pero sinceras felicitaciones por los conocidos y continuos trabajos que sostiene en el campo elegido del Señor y confiado singularmente a sus cuidados; reciba las bendiciones del Cielo, las ((**It8.509**)) dulzuras de los sacratísimos Corazones de Jesús y de María, que de corazón le deseo y pido, declarándome sin más Turín, 11 de noviembre de 1866. Su seguro servidor EUGENIO GALLETTI, Pbro. Las almas generosas no se cansaban de ayudar al Venerable y la misma Virgen Santísima acudía con frecuencia en su auxilio. Don César Chiala y el caballero Oreglia dejaron escrito: El 16 de noviembre tenía que pagar don Bosco cuatro mil liras por las obras de la iglesia. El prefecto de la casa, don Miguel Rúa, salió aquella mañana acompañado de algún coadjutor en busca de (**Es8.433**))
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