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((**Es8.391**) de un tiempo a esta parte estos casos se repiten con dolorosa frecuencia, tanto entre los que están en el Seminario como entre los que están en este Oratorio. Puede que ello sea debido a los tiempos, a las circunstancias políticas, a las pocas esperanzas de bienestar del sacerdote; puede que se deba a los libros, a los periódicos que fácilmente caen en sus manos, pero el hecho es que el abandono de la sotana es demasiado frecuente, como usted mismo sabe. Entre los clérigos de esta casa, aunque de algún tiempo a esta parte se hayan aumentado los medios de asistencia, instrucción y predicación, vemos, sin embargo, estas vueltas a la vida secular. Con el fin de remediar este mal, y movido únicamente por el deseo de la mayor gloria de Dios, me atrevo a hacer a V. S. Rvma. la humilde súplica de que los clérigos del Oratorio puedan hacer el curso escolástico en esta casa, del modo siguiente: 1.° Los estudios se harían de acuerdo con el programa, materias y tratados del Seminario Arzobispal y los alumnos se examinarían juntamente con los otros seminaristas de la diócesis en la fecha establecida por los Superiores. 2.° Si, después de un año de prueba, no se obtuvieren resultados satisfactorios en el estudio y en la piedad, volverían a las clases del Seminario, según su superior parecer. Yo creo que, con estas normas, podría alejar a estos clérigos de ciertos peligros, especialmente de la contemplación de muchos carteles y fotografías lascivas; de las voces de los periódicos, de las burlas y ((**It8.456**)) de los insultos por calles y plazas, de los que ya fueron blanco muchas veces, especialmente los más bajos de estatura, al ir y al volver de sus clases. Crea, señor Vicario, que estas cosas han producido en algunos verdaderos enfriamientos en la piedad, y en otros la deliberación de abandonar un estado de vida que les somete a tan frecuentes y duras pruebas. Mientras estos clérigos disfrutarían, en cierto modo, de las mismas facilidades que gozan los del colegio de Lanzo y creo que también los del Seminario de Giaveno, serían de gran ventaja para nuestros muchachos, que de este modo podrían estar normalmente asistidos, gracias a un horario en el que las clases de unos coincidan con las de los otros. En papel a parte, que uno a la presente, verá el personal que propongo, y que modificaría a su gusto, siempre que esta humilde petición fuese aceptada. He expuesto simplemente mi parecer; ahora lo someto a cuanto su iluminado saber delibere. Rogamos diariamente a Dios Nuestro Señor por su preciosa salud, para que pueda durante mucho tiempo promover el mayor bien de la Religión, y mientras nos encomendamos unánimemente a la caridad de sus santas oraciones, cábeme el honor de poderme profesar, en nombre de todos los sacerdotes y clérigos de esta casa De V. S. Ilma. Rvma. Turín, 27 de agosto de 1866. Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. La carta llevaba la siguiente posdata autógrafa: P.S.-La presente carta ha sido escrita al dictado por otra mano, para que resulte menos incómoda su lectura. (**Es8.391**))
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