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((**Es8.38**) Recordemos lo que ya hemos dicho de él, del 1846 en adelante, y veremos cómo continúa ((**It8.29**)) por el mismo camino hasta la muerte. Se dirigía frecuentemente al Rey, a los Ministros, a los Senadores, a los Diputados, a las Autoridades Militares, a los Gobernadores, a los Alcaldes y a cuantos ejercían una gestión pública. Muchos de ellos eran sectarios, jefes de conspiraciones, enemigos de la Iglesia Católica y del Papado, perseguidores de los obispos, adversarios declarados de los religiosos y de sus escuelas. Y el Siervo de Dios, con una valentía, tanto más grande cuanto más humilde, hacía frente a sus repulsas, los amansaba con sus modos afables; exponía las necesidades de tantos muchachos pobres, y sus peticiones eran escuchadas y obtenían muchas veces respuestas favorables. Era evidente que no reservaba nada para sí mismo y que todo era para los demás; pero no lo era tanto el que constituyera un alto fin de caridad, esto es, que los donantes tuviesen el mérito de una beneficencia reparadora, ya que devolvían a la Iglesia una pequeñísima parte de lo que le había sido robado. Nos manifestaba muchas veces a nosotros esta su intención. Hacía lo mismo que, como narra el cardenal Capecelatro, había aconsejado el Santo Padre Pío IX al Padre Ludovico de Casoria: <>-Beatísimo Padre, viene la revolución. >>Qué debo hacer? >>Encerrarme en la da a rezar o lanzarme en medio del fuego a trabajar: Ellos querían servirse de nosotros para hacer el mal. >>Podemos servirnos nosotros de ellos para hacer el bien? >>A lo que el Santo Padre, inflamado por el celo divino, respondió: >>-Vuelve, hijo de san Francisco, a Nápoles; sal de la celda y échate, como tú dices, en medio del fuego a trabajar; sírvete de los mismos enemigos para hacer el bien y ganarás méritos ante Dios>>. Estas palabras iluminan claramente el modo de obrar de don Bosco y responden a los que más de una vez le acusaron de ser demasiado amigo de los gobernantes o de los liberales. Abrimos de nuevo la crónica para transcribir otra de sus charlas. ((**It8.30**)) 1. ° de febrero Motus in fine velocior. (El movimiento se acelera hacia el final). Avanza el año y, cuanto más avanza, más rápidamente se precipitan los días. Estamos ya a primeros de febrero y tenemos encima el examen semestral. Los que estudiaron día tras día lo que sus maestros les enseñaban se encontrarán contentos; los que hicieron un poco el gandul se encontrarán ahora apurados, porque se han acumulado las materias, y(**Es8.38**))
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