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((**Es8.332**) de conciliación. El 24 de noviembre escribía el Canónigo al Conde que no era posible imponer al Obispo nuevos sacrificios, que Paravía se había quejado de que no se pusiese fin a la enojosa cuestión y que sentía mucho tener que pensar en seguir el procedimiento judificial con grave aumento de gastos. Y que, por lo tanto, sentía que el aumento del adeudo a Paravía había sido ocasionado por las demoras que don Bosco había convenido para el pago. Terminaba rogando al Conde intercediese todavía con don Bosco, para que mantuviese la palabra empeñada y cesase la angustiosa posición de todos los que habían tenido y aún tenían parte en aquel asunto. El Conde le respondía a primeros de diciembre: Rvmo. señor Canónigo: ...Ayer por la mañana fui a ver a don Bosco y he aquí el resultado de nuestra entrevista. Don Bosco está totalmente dispuesto a mantener la propuesta, tal y como se hizo para la conclusión definitiva de la controversia; esto es, que él se encargaría de pagar la deuda con Paravía por la cantidad que se había estipulado, de cuatro mil doscientas liras. Esta cantidad se había fijado expresamente y con el fin de que fuera establecida la verdadera deuda de don Bosco, además de las mil quinientas convenidas a devolver al señor Obispo, para cuyo pago don Bosco no pone dificultad. La cuestión aparecida después sobre los intereses y los gastos del pleito se presenta bajo otro aspecto: o se trata de los intereses que pueden correr después del acuerdo del litigio, y es justo que, si don Bosco no puede satisfacer enseguida al señor Paravía las cuatro mil doscientas liras a que se ha comprometido, asuma pago de los intereses desde el momento del acuerdo en adelante, a lo que don Bosco asiente enteramente; o se trata de los intereses que puede pretender Paravía, anteriores a la fecha del acuerdo, en cuyo caso me parece que, como éstos no se han especificado en el acuerdo, deberían entrar en el número de las eventualidades de las que el señor Obispo o el teólogo Valinotti deberían haber advertido a don Bosco. Dígase lo mismo en cuanto al importe del pleito. Tal, al menos, debería ser el efecto del asunto, aceptada la deuda de Paravía, por la precisa cantidad de cuatro mil doscientas liras, si no me equivoco 1 y la otra condición de que don Bosco fuese relevado de cualquier ((**It8.386**)) otra pretensión y que todo esto se hizo con el objeto de especificar la verdadera deuda de don Bosco, que de este modo se reducía a pagar cuatro mil doscientas liras a Paravía y las mil quinientas debidas a Monseñor. Al menos, basta que él lo diga, así fue el sentido de mi proposición. Dice usted que Monseñor no está dispuesto a hacer más sacrificios que los convenidos; pero parece que éste no se puede decir que es nuevo, como tampoco podía decirse que lo es cualquier otro que resultase de una de las eventualidades a las que se refiere la condición acordada de que don Bosco fuera relevado de toda petición y molestia. Por lo demás, si Monseñor estuviese dispuesto a hacer cualquier sacrificio, usted sabe que lo haría en favor de una obra que es manifiestamente digna de toda simpatía. 1 La cantidad precisa era, como ya hemos visto, de 4.265 liras. (**Es8.332**))
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