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((**Es8.118**) V.J.M.J. 7 de mayo de 1865. Mi venerado don Bosco: Siento el deber de escribirle y tengo además un ardiente deseo de recibir noticias de la preciosa salud de V. S. muy apreciada, y de la marcha de los reverendos colaboradores y alumnos. Le escribo brevemente para someterme a su respetabilísima voluntad una vez más, rogándole me mande sin reserva siempre que lo estime necesario, aun en contra de cualquier otra disposición anteriormente comunicada. Ruégole, pues, una indicación per se vel per alium (directamente o a través otro); aceptaré como un verdadero favor cualquier notificación, orden o consejo suyo, porque la considero nacida de un corazón deseoso únicamente de mi bien. Le agradecería me diese, si también me cree digno de tal favor, noticias de la marcha de la casa y de la Congregación. Paso ahora a comunicarle mis cosas personales, por si desea conocerlas. Antepongo los saludos de mi padre y de la familia para V. S. Revdma. y le aseguro que no podría de ningún modo desear mayores atenciones, hasta la de ofrecerme dinero para las necesidades que se me pudieran presentar. La tranquilidad que aquí se disfruta me ha ido aliviando poco a poco desde los primeros días de la obstinada y seca tos que no me dejaba dormir. Ahora no me molesta tanto, pero aún resulta difícil descargarme totalmente, lo cual me proporciona un estertor prolongado y frecuente. El dolor de cabeza aún dura apenas me pongo a leer, a rezar, o escribir, pero ya no es tan persistente. El hombro derecho es lo que más me molesta día y noche, ya que, a pesar de los medicamentos de continua aplicación, la glándula tiroides no cede más que un poco, o quizás nada. Por tanto, después de una prueba todavía más o menos prolongada, si usted lo cree conveniente, me atendré a las órdenes que seguiré implorando de V. R., o bien iré a ésa, si Deus dederit (si Dios lo quiere), para verle y consultarle. Ya ve usted cuánto me preocupo del corpazo. No sabría, en cambio, decir cómo anda mi vida espiritual. Me encomiendo a las oraciones de todo el Oratorio y muy especialmente a las de usted y de los sacerdotes, a los que ruego tenga usted la bondad de comunicar mis continuos y cordiales sentimientos ((**It8.127**)) de unión in mino (en el Señor), con la esperanza de no ser rechazado por su muy respetuoso y feliz consorcio. Hasta el presente no he visitado más que al clero de las dos parroquias de la localidad y a los padres capuchinos. El Arcipreste me entregó diez liras y el reverendo Balbiano una, para la iglesia. No sé si el reverendo Martina habrá recibido las copias del proyecto, lo mismo que el reverendo Gavotto de Giaveno. Al primero me gustaría llevárselo un día de éstos; a Giaveno podría mandárselo, si mis piernas no quieren ayudarme más, o bien tomaré el coche. El brazo que soporta la mano que escribe estas líneas demuestra su mucho valor, y mi cabeza justifica el orden y la claridad de mi exposición. El mes de María se celebra aquí en ambas parroquias lo mejor que puede desearse. Hoy ha terminado el jubileo. Nuestro párroco está más que satisfecho. Solamente unos pocos no han cumplido con Pascua. Los padres capuchinos y los párrocos están siempre dispuestos con gran caridad para confesar. Deo gratias. Los ejercicios del triduo en ésa seguro que también habrán dado su fruto ad honorem Dei! Utinam! (para honor de Dios; íojalá!). (**Es8.118**))
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