Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es8.104**) Bosco, desde Venecia y después desde Cremona, la princesa Elena de Soresina Vidoni para el feliz éxito de un negocio muy doloroso. En el mes de mayo, escribía desde Niza el barón Heraud pidiendo oraciones para su esposa, que sufría desde hacía más de un año una enfermedad incurable. Desde Roma lo hacía la duquesa de Sora, hija del príncipe Borghese, pidiendo por sí misma, por sus cinco hijos y por la conversión de un pariente próximo. También escribía a don Bosco, desde Venecia, la condesa Carolina Mocenigo Soranzo, hija de la princesa Elena de Soresina Vidoni, agradeciéndole su carta y las oraciones hechas por ella y saludándole de parte del reverendo Apollonio. Escribía desde Florencia la condesa Isabel Gerini por el consuelo experimentado leyendo los consejos que don Bosco le había enviado; y la Marquesa de Villa Ríos a propósito de los donativos destinados a la tómbola. El 30 de septiembre la princesa Corsini, invitada por la Duquesa de Montmorency, enviaba desde Florencia a don Bosco, benemérito de la religión y de los pobrecitos de Jesucristo, cincuenta liras para la nueva iglesia, encomendándose a sus oraciones. Es nuestro deber presentar una muestra de estas cartas que respiran idéntica confianza. He aquí la reproducción de la de una dama de la nobleza florentina. ((**It8.109**)) Florencia, 8 de agosto de 1865. Muy Reverendo don Bosco: Espero me perdone el atrevimiento con que le dirijo esta carta. La bondad que me dispensó en diciembre del año 1863 al presentarme a usted, rogándole me escuchara en confesión durante mi estancia en Turín, me anima a ello. Usted recordará cuánto me consolaban sus palabras, animándome a confiar en la divina misericordia para la salvación de las almas de mis seres queridos. Me decía usted que orase para obtener de la divina Providencia las gracias necesarias con que hacer frente a los peligros que amenazaban a mi familia; pero, íay de mí!, siento mucho que, por rezar yo tan mal, no merezca alcanzar esta gran gracia. Nos hallamos en tiempos tan infelices y desgraciados, mi posición y la de los míos es tan dificil que, si bien, gracias a Dios, la confianza en la misericordia divina no me ha abandonado, no obstante me parece, a veces, <>. Por eso, conociendo mi necesidad de acudir a las oraciones de los buenos y confiando en las suyas, me atrevo a enviarle una pequeñísima limosna con el ruego de que celebre cinco misas: una por mi marido G..., otra por cada uno de mis hijos L... y T..., la cuarta por mi hija M..., y la quinta por mí, según mi intención, que va unida a la de la salvación de nuestras almas. Sé lo muy ocupado que anda siempre y me duele molestarle, pero no puedo dejar de suplicarle que, si usted pudiese dedicarme algunos de sus preciosos momentos y decirme una palabra, me proporcionaría sumo consuelo. (**Es8.104**))
<Anterior: 8. 103><Siguiente: 8. 105>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com