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((**Es7.91**) Que el Señor conceda a usted y a su señora salud y gracia, mientras con toda mi estima me profeso, De V. S. Ilma. Turín, 9 de febrero de 1862 Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. ((**It7.96**)) Explicando el etcétera de don Bosco diremos que el domingo 9 de febrero, por orden del jefe superior de policía, un delegado, acompañado de un tropel de empleados y agentes, había invadido el palacio del conde Cays de Giletta, en busca de cartas enviadas por el presidente del consejo general de París de la Sociedad de San Vicente de Paúl, señor Baudon. Revisaron y revolvieron rigurosamente armarios, mesas, estanterías, papeles, correspondencia, toda la documentación de la Conferencia, pero no encontraron nada que pudiese proporcionar la menor sospecha de conspiración contra el orden establecido en Italia y en Francia. Donde creían encontrar política, no hallaron más que caridad y sólo caridad para los pobrecitos de Jesucristo. El conde Cays, en efecto, que ya no era diputado en el Parlamento desde 1860, dejó todo de lado y se contaba siempre entre los primeros, cuando se trataba de practicar el bien o impedir el mal. Se dedicaba a organizar y presidir las Conferencias de San Vicente de Paúl en la ciudad y fuera de ella, a visitar enfermos en sus casas y en los hospitales, a socorrer a los pobres más abandonados y a catequizar a los niños. Y en toda suerte de rifas, era siempre de gran ayuda para don Bosco, el cual estaba preparando el programa de esta tómbola para llevarlo a la imprenta y sacar miles de copias 1 1 INVITACION para una tómbola en Turín en favor de los Oratorios de San Francisco de Sales en Valdocco, de San Luis en Puerta Nueva y del Angel Custodio en Vanchiglia. Antes de hacer pública la invitación para una obra de beneficencia nos parece razonable indicar el fin que se persigue con la obra propuesta. Se han abierto en Turín, hace algunos años, tres Oratorios masculinos en tres puntos de la ciudad, donde se reúne el mayor número posible de muchachos en peligro. En ellos se entretienen con honestas y alegres diversiones, después de haber cumplido con el precepto festivo y se les estimula con premios, ejercicios gimnásticos y clases. Un considerable número de piadosos señores acuden solícitos y prestan su colaboración en la catequesis, y preocupándose de que cumplan su deber en los respectivos talleres y colocando con honrados patronos a quienes no tienen trabajo. En el Oratorio de San Luis y de San Francisco de Sales funcionan escuelas diurnas para ciertos jóvenes que, por vergüenza de su pobre vestimenta o por indisciplina, no serían admitidos(**Es7.91**))
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