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((**Es7.88**) Alguien tachó a don Bosco de ser demasiado insistente suplicando caridad; pero él acostumbraba decir que era necesario hacer el bien y tener los medios. Ex nihilo, nihil. Sin dinero no se puede hacer nada o muy poco. También los santos más eminentes habían sufrido su necesidad. El era habilísimo para recogerlo, porque Dios evidentemente le había regalado semejante don. Su palabra producía milagros de persuasión. Un día había predicado sobre el desprendimiento de los bienes temporales, y pocos minutos después de bajar del púlpito, vio presentársele un señor que la misma mañana le había entregado, como préstamo, doce mil liras. -He aquí, le dijo aquel caballero presentándole el recibo; es un papel que puede usted hacer pedazos, yo no lo necesito. Mis ojos se han abierto a la verdadera luz con sus palabras. Sólo Dios, sólo Dios basta. Después de unos años, aquel bienhechor abandonaba el siglo, renunciaba a una inmensa fortuna para hacerse pobre y vivir en pobreza con don Bosco. Alguno, intentando menoscabar el mérito de don Bosco, se atrevió a decir: -Ha realizado el bien con el dinero de los demás. -Pero esto es precisamente lo que le hace admirable. Si él hubiera sido millonario y hubiese construido con sus propios medios sus colegios, no habría razón para maravillarse. Habría dado un poco de la riqueza ((**It7.93**)) recibida de Dios. Pero él, sin nada, interesó a los ricos en favor del pobre, amplió la beneficiencia, hizo partícipes de su mérito a los bienhechores, unió más íntimamente el lazo de fraternidad entre los que poseen mucho y los que viven en la miseria. Por eso sus obras sobrepasan las fuerzas humanas. El Señor añadía a la eficacia de su palabra, la de sus escritos. Y no sólo recurría a las familias de una ciudad, provincia o nación, sino al mundo entero para alcanzar su fin, que era mundial. De aquí que fuera necesaria la publicidad. Atrevido y tenaz en la manifestación de sus proyectos, no se escondía tras una taciturna modestia. Humilde y modesto por sí mismo, sabía que estaba obligado a dar a conocer a todos su misión. Al mismo tiempo persuadía con sus obras a muchas poblaciones que no se sentían con arrestos para emprender nuevas instituciones en épocas de miseria, a reconocer la propia facultad caritativa y a edificar hospicios colosales. Don Bosco, pues, recurría a la prensa. Así había hecho anteriormente, (**Es7.88**))
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