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((**Es7.84**) caritativamente avisados por él, si de alguna manera descuidaban las rúbricas. En una de aquellas mañanas, prosigue la crónica, don Bosco nos contó, hablando de la precipitación con que algunos dicen la santa misa, lo siguiente: -Fui una mañana a ayudar la misa de un sacerdote, el cual pronunciaba tan deprisa las palabras que no se le podía entender nada. Empezó con todo ímpetu: In nomine Patris et Filii, etc. Y yo, más despacio de lo acostumbrado, respondí: ad Deum qui laetificat juventutem meam. Aún no había terminado yo estas palabras cuando el otro ya había recitado el versículo siguiente; y así llegó ((**It7.87**)) al Confíteor, sin haberme dado tiempo para responder a los versículos precedentes. Le dejé decir el Confíteor, y después comencé donde yo había quedado; así que, con mayor claridad y lentitud todavía, proseguí: Sicut erat in principio et nunc et semper, etc. Entonces él se dio cuenta de su error y comenzó a recitar el resto con claridad, haciendo todos sus esfuerzos para conseguirlo. Después de misa me dijo: -No sabe lo que me ha hecho sudar para pronunciar bien y claramente las palabras. -Por esto inculco siempre a mis jóvenes y vigilo y hago vigilar para que aprendan bien las palabras del rito y las pronuncien clara y distintamente. Añadió: <<-Una vez un clérigo del Oratorio fue a ayudar la misa a un sacerdote muy nervioso el cual, ya fuera por costumbre, ya fuera por otra causa, se comía la mitad de las palabras. El clérigo, por el contrario, respondía con toda calma. Entonces el sacerdote le dijo: -íUn poco más a prisa! Y el joven respondió: -íVaya un poco más despacio! Y así lo hizo. Esta anécdota la contó después el mismo sacerdote, que quedó muy edificado de la sabia amonestación del joven clérigo. La regla que yo doy para celebrar misa es emplear de veintidós a veintisiete minutos, pero no menos.>> Por este su amor a la santa misa le resultaba muy grato el regalo que le envió el cardenal Corsi: una magnífica casulla, que todavía hoy se cuenta entre los más valiosos ornamentos de la iglesia de María Auxiliadora. Iba acompañada de la siguiente carta.(**Es7.84**))
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