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((**Es7.73**) >>Yo, clérigo Bonetti, le hice esta observación. >>-Y quién sabe si no será para bien de nuestras almas? >>Como también le instaron los demás, prosiguió: >>-Al acercarme a la cama veía un oso, después un tigre, luego un lobo, a continuación una gruesa serpiente de horrible aspecto; los veía moverse por la estancia, subirse a mi cama y estarse en ella. Yo les dejaba un poco y después exclamaba: íO bone Jesu! E instantáneamente soltaban un resoplido y desaparecía todo espectro. De esta forma pasé la noche. >>16 de febrero. Esta noche observaron algunos que, desde hacía cinco o seis días, don Bosco no tomaba leche con el café de la mañana. Comentaron que aquellos días seguramente ayunaba para alcanzar del Señor la liberación del tormento nocturno, ((**It7.73**)) que antes indicamos. Pero, preguntado don Bosco si había pasado la noche más tranquilo, respondió: >>-Sí, un poco mas. >>17 de febrero. Esta mañana, lunes, rodeábamos algunos a don Bosco mientras tomaba el café, le preguntamos si había sido molestado durante la noche, y dijo: >>-La mesita de noche continuó saltando hasta hacer caer la lámpara. Me acosté, y he aquí que sentí pasarme por la frente como un frío pincel, que era movido suavemente. Entonces me cubrí con el gorro de noche, pero la mano misteriosa pasaba el pincel por la nariz y la boca, molestando de una manera que no me permitió dormir y cerrar los ojos ni un instante. Esto ya me sucedió otras veces, pero en lugar de una pluma, me pareció que fuese la cola de un animal, tan pestilente que me despertaba sobresaltado. Esta mañana me sentía oprimido por el cansancio. >>La noche siguiente fui igualmente molestado hasta despuntar el alba. La almohada se balanceaba y se levantaba apenas intentaba dormir. >>22 de febrero. El caballero Oreglia le preguntó si no tenía miedo al verse molestado de aquel modo por el maligno. El contestó: >>-Disgusto sí; miedo no. Lo mismo que no tengo miedo de los ángeles del cielo pues soy, como confío, amigo de Dios, tampoco lo tengo de todos los demonios del infierno por ser enemigo de tales enemigos de Dios, quien sabrá defenderme. Haga Satanás lo que quiera; ahora es su tiempo; pero vendrá también el mío>>. <<23 de febrero. Hoy domingo, don Bosco, por estar cansadísimo, se vio obligado a guardar cama, cosa insólita en él. No había pasado un cuarto de hora desde que se había acostado, cuando fue el caballero (**Es7.73**))
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