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((**Es7.697**) aplicados. Es éste el medio más adecuado para aprovechar en el estudio. Cuando estáis de recreo, acercaos a los clérigos o a los compañeros más instruidos y pedidles un detalle de geografía, explicación sobre ciertas frases de autores clásicos, sobre alguna regla de gramática, o sobre algún punto de historia. Hablando entre vosotros con frecuencia de cosas referentes a los ejercicios, a las lecciones, a las traducciones, sacaréis mucho provecho. Durante los paseos entreteneos también en semejantes razonamientos y dejad la compañía de ciertos ((**It7.819**)) holgazanes y necios que ciertamente harían perder más que conquistar la ciencia. Las conversaciones inútiles o frívolas no sirven más que para disipar la mente y enfriar el corazón. Dice el Sabio: Si quieres llegar a sabio, trata con los que lo son. El día 29 comenzaba la novena de la Inmaculada Concepción y don Bosco había preparado las florecillas en honor de María Santísima. Pero aquella noche daba a los alumnos la noticia de la muerte de un compañero, que confirmaba su predicción. El 26 de noviembre había fallecido en Lingotto, entonces suburbio de Turín, el joven Bautista Saracco, de Alba, a la edad de dieciséis años. Don Bosco describía el doloroso acontecimiento. El pasado año Saracco se portaba muy bien, frecuentaba los Sacramentos y estaba siempre cerca de don Bosco. Llegaron las vacaciones, fue a su casa, regresó al Oratorio para proseguir los estudios, pero muy distinto del de antes. Ya no le vio don Bosco acercarse a los Sacramentos, escapaba de su presencia; y, llamado muchas veces por medio de algún compañero, no quiso nunca condescender a las paternas invitaciones. Su salud empezó a empeorar poco a poco; se ausentaba a veces de clase por una rara debilidad que sentía; pero nada hacía presagiar una seria enfermedad. Entretanto don Bosco había anunciado el ejercicio de la buena muerte y que un alumno del Oratorio volaría a la eternidad. Saracco oyó las palabras de don Bosco y aproximándose a un compañero, bribón como él, le preguntó si pensaba ir a confesarse. íQué suerte! El amigo respondió que sí y entonces él decidió también recibir los Santos Sacramentos, como realmente lo hizo. Si hubiese dirigido la pregunta a otro compañero que le hubiese contestado que no, acaso hubiese descuidado ajustar las cuentas de su alma. Habían transcurrido ocho días; cuando vio que no podía atender a los estudios, se presentó, por vez primera este año, a don Bosco para pedirle permiso para ir a su casa. ((**It7.820**)) <>-Permiso para ir a casa. (**Es7.697**))
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