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((**Es7.683**) -Pero >>cómo?, replicó uno de nuestros hermanos; tenemos ya los colegios de Mirabello y de Lanzo y se abrirá alguno más en el Piamonte. >>Qué más quieres? -Son muy diferentes los destinos anunciados por el sueño. Y don Bosco aprobaba sonriente nuestra opinión. Don Bosco, después de la solemnidad de Todos los Santos, marchaba a Mirabello para celebrar la fiesta de san Carlos Borromeo, titular del colegio. Asistió el Obispo de Casale, monseñor de Calabiana, el cual no faltaba nunca en tales fechas e iba cada año para examinar a los clérigos de Filosofía y Teología. Fue aquella una festividad de las más bonitas. Don Bosco entusiasmó a los alumnos con el sueño de las diez colinas, les preparó para la comunión general, recibió en audiencia uno por uno a todo el personal de la casa, y se informó de las necesidades individuales y de las dificultades que encontraban en sus cargos. Por necesidad había debido cambiar a alguno de los maestros y había destinado al prefecto Francisco Provera con el mismo cargo a Lanzo. Le había suplido en Mirabello don Juan Bonetti. Todo arreglado, don Bosco se dispuso a marchar. Mas era y fue siempre cosa difícil separar de él a los alumnos. Muchos lloraban, cada uno tenía todavía que decirle una palabra en confianza, de forma que él se despedía con dificultad, prometiendo que pronto volvería. Al llegar a Turín escribió enseguida una carta a don Juan Bonetti. Le había encontrado afligido por algún mal entendido, como sucede de vez en cuando a quien vive en comunidad, y algo débil de salud, pues hacía algún tiempo que era molestado por la tos. Le pesaba también el cargo de Prefecto. ((**It7.803**)) Al señor don Juan Bonetti, Prefecto del Seminario Menor de Mirabello. Mi querido Bonetti: Apenas recibas esta carta preséntate al momento a don Miguel Rúa y dile francamente que te obligue a estar alegre. Además, ni hablar de breviario hasta Pascua, es decir, se te prohíbe rezarlo. Celebra tu misa despacio, para no cansarte. Queda vedado todo ayuno y toda mortificación en el alimento. En suma, el Señor te prepara trabajo, pero no quiere que lo inicies, hasta que no te encuentres en perfecto estado de salud y principalmente hasta que dejes de toser. Haz esto y cumplirás lo que agrada al Señor. Puedes suplir todo con jaculatorias, ofreciendo al Señor tus molestias, y con tu buen ejemplo. (**Es7.683**))
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