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((**Es7.677**) Procuremos, sin embargo, serle fieles. En las tentaciones recurrid a un medio que yo, en mi larga experiencia, he encontrado poderosísimo para vencer al demonio: besad la medalla de la Virgen. Si os hallareis en un lugar donde no fuese oportuno besar la medalla, decid la jaculatoria: -Jesús, José y María os doy el corazón y el alma mía. Si la tentación no cesa, repetid el beso o la jaculatoria y la tentación será superada. Estos avisos iban dirigidos particularmente a los clérigos. A los muchachos acostumbraba a darles públicamente, al comienzo del curso escolar, un aviso, que proporcionaba a las propias familias los primeros frutos consoladores de su educación. Así el 19 de octubre, recordó a los alumnos a sus padres ausentes, que tanto cariño tenían a sus hijos, los sudores, los gastos que habían hecho y hacían para ayudarles y proporcionarles una esmerada educación; el respeto, la obediencia, y el amor que los hijos estaban obligados a devolverles por mandamiento de Dios. Luego les exhortó a escribir todos una cartita a los padres, en la que manifestasen el afecto que por ellos sentían y pidiesen perdón de los disgustos que de alguna manera les hubiesen causado. Después de estas dos sencillas pláticas, les contó un magnífico sueño: Se lee en el Libro de Daniel Profeta, en el capítulo I, versículo 17, que cuatro jóvenes de familias nobles, que habían sido llevados esclavos de Jerusalén a Babilonia por el rey Nabucodonosor, como permaneciesen fieles a las leyes del Señor, pueris his dedit Deus scientiam et disciplinam ((**It7.796**)) in omni libro et sapientia; Danieli autem inteligentiam omnium visionum et somniorum. Daniel recibió de Dios la gracia de saber distinguir los sueños, inspirados por el Señor, de los que eran accidentales y fortuitos y de conocer lo que Dios quería decirle en ellos. Tal, y por el mismo motivo, fue, en gran parte al menos, la gracia que el cielo concedió a don Bosco, con los sueños que hasta aquí hemos narrado; como también evidentemente, según nuestro parecer, con el que seguidamente vamos a exponer y que fue narrado por el siervo de Dios en la noche del 22 de octubre de 1864. Don Bosco había soñado la noche precedente. Al mismo tiempo, un joven llamado C... E..., de Casal Monferrato, tuvo también el mismo sueño, pareciéndole que se encontraba con don Bosco y que hablaba con él. Al levantarse estaba tan impresionado que fue a contar cuanto había soñado a su profesor, el cual le aconsejó que se entrevistara con el siervo de Dios. El joven obedeció inmediatamente (**Es7.677**))
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