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((**Es7.600**) ((**It7.709**)) Eminencia Reverendísima: Con gran satisfacción de mi parte he recibido el Decreto de aprobación de la Sociedad de San Francisco de Sales, que con singular bondad se dignó enviarme V. E. Reverendísima. Siento la obligación de agradecérselo vivamente y, no pudiendo expresarle de otro modo mi gratitud, me uniré a todos los miembros de esta Pía Sociedad y a todos los jovencitos recogidos en esta casa, para pedir diariamente las bendiciones del cielo sobre su persona a fin de que pueda continuar ad multos annos (por muchos años) en sus graves trabajos para mayor gloria de Dios y de su Santa Iglesia. Entretanto me interesaré para dar curso a las observaciones hechas sobre las Constituciones de esta Sociedad: luego me encomendaré de nuevo a su reconocida bondad para que se digne llevar al deseado témino la obra ya iniciada bajo sus benévolos auspicios. Le rogaría añadir un nuevo favor a los ya otorgados y es el suplicarle exprese, en mi nombre y en el de todos los miembros de la Sociedad, el más sentido agradecimiento, que todos nosotros sentimos en nuestro pecho hacia la amada persona de Su Santidad. Le aseguro que todos los latidos de nuestro corazón van dirigidos a amar a un padre tan tierno que tanto nos quiere en el Señor. Portador de esta carta es el teólogo y abogado Emiliano Manacorda, celoso colaborador de esta casa. Es persona acomodada, muy adicto al Santo Padre y deseoso de emplear su vida en favor de la Santa Religión Católica. Si acaso usted necesitara servirse de él para algún trabajo, él se ofrece de todo corazón a servirle. Finalmente en su gran caridad tenga la bondad de impartir su santa bendición sobre mí, sobre todos los alumnos de esta casa, mientras con toda estima considero como el más alto honor besar su sagrada púrpura y profesarme. De V. E. Rvdma. Turín, 25 de agosto, 1864. Su humilde y seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. Era un gran paso en el camino de su organización el que había dado la Pía Sociedad en virtud de este decreto; pero don Bosco debía examinar las trece observaciones hechas a las Reglas, para ver cómo podrían adaptarse a las exigencias de los tiempos y lugares, a las dificultades que debían surgir por parte del Gobierno y por la naturaleza misma del nuevo Instituto. ((**It7.710**)) No parecía que la Sagrada Congregación quisiese imponer obligatoriamente todas las correcciones. En efecto, en un folio, firmado por monseñor Svegliati, se advertía que algunas de ellas, especialmente la cuarta referente a las dimisorias, se habían hecho porque la Pía Sociedad no estaba todavía definitivamente aprobada. También se había invitado a don Bosco para que viera el modo de incluirlas en el lugar oportuno. Se necesitaba, además, probar su posibilidad con la práctica. Y él preparaba muy despacio el memorial que habría de presentar (**Es7.600**))
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