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((**Es7.547**) Durante el mes de noviembre subió don Juan Bautista Francesia una noche al estrado para hablar después de las oraciones y Tomatis le oyó anunciar la hermosa muerte de Vicini y recomendarlo a las oraciones de todos. A esta noticia, como si un relámpago iluminara su mente, recordó Tomatis las dos profecías de don Bosco, cuya relación nos hizo y que aquí fielmente hemos expuesto. Otras cosas tendríamos que añadir, pero las contaremos a su tiempo. Por ahora indicaremos que Francisco Vicíni había sido testigo en los primeros meses de aquel curso de un hecho sorprendente. Celebraba don Bosco un día la santa misa después de la ya tenida para la Comunidad. Vio al principio que el copón no tenía hostias consagradas, mas persuadido de que no quedase ninguno más para comulgar, empezó sin más el santo sacrificio. Pero al llegar el momento de la comunión, dos o tres muchachos fueron a arrodillarse en la grada del altar. Don Bosco dio una mirada para asegurarse de su número, partió en tres o cuatro partes la hostia grande del viril, ((**It7.645**)) y, luego, con la patena se puso a distribuir la comunión a los jóvenes. Primero, a Francisco Vicini. José Sandrone, que estaba arrodillado al lado, y el que llevaba la palmatoria vieron con asombro que otros diez o doce muchachos se acercaban al comulgatorio. Entonces don Bosco partió de nuevo las sagradas especies restantes y siguió dando la comunión a todos con trocitos de hostia bastante grandes e iguales a los primeros. Constataron esto porque las partículas deberían haber sido cada vez más pequeñas. Se habló de ello entre los muchachos, pero estaban tan acostumbrados a ver en don Bosco al hombre de los portentos, que no dieron gran importancia al caso. (**Es7.547**))
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