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((**Es7.534**) crecían las deudas del teólogo Valinotti con la tipografía del Oratorio, como se viera en quiebra, pidió una revisión de las cuentas de ingresos. El Obispo de Ivrea se dio por ofendido ante tal demanda y se opuso radicalmente, sosteniendo que no se debía hacer tal afrenta a su representante. Pero don Bosco no acusaba a nadie; sólo quería que se pagase a su tipografía el trabajo y los gastos de papel e impresión. Por consiguiente; insistía y añadía que, puesto que no se le quería reconocer el derecho de propiedad y no era atendido en sus justas demandas, podría negarse a prestar su trabajo y su material tipográfico. Respondiéronle que, habiendo tomado por su propia voluntad la impresión de los opúsculos, podía correr el peligro de una citación ante los tribunales. Declaró él que estaba dispuesto a aceptar el pleito, pues se trataba de los intereses de sus muchachos, y los opositores se aquietaron. La controversia se llevó a cabo por ambas partes ((**It7.630**)) a través de mediadores especiales y más verbalmente, que por escrito. El reverendo Gallenga, secretario del Obispo y amigo de don Bosco en lo espiritual, buscaba mediar entre ambas partes; pero el Obispo no quería admitir transacciones en lo que pudiese menoscabar ni un solo punto el derecho de propiedad que creía tener. También el Vicario General, canónigo Pinoli, era muy amigo de don Bosco, pero naturalmente debía cumplir órdenes. Así las cosas, como quiera que la tipografía necesitaba dinero para seguir imprimiendo las Lecturas Católicas, y promover un pleito hubiera resultado deshonroso e irritante, don Bosco tomó una firme resolución. Remitiendo, pues, para otros tiempos, la cuestión de la propiedad; no exigiendo por el momento la rendición de cuentas que, por otra parte, no sería dada por la dirección de la calle Santo Domingo; dejando a ésta los asuntos en curso, las responsabilidades ya contraídas y las ganancias eventuales, y sin descubrir de ningún modo al público la medida y sus causas, don Bosco puso en ejecución su plan, que venía a ser como una nueva fundación de las Lecturas Católicas: Imprenta y Dirección en el Oratorio, excluida toda persona extraña. Había dado de antemano aviso a Ivrea. Con el mes de marzo comenzaba la suscripción anual y a fines del mes de febrero distribuía el primer opúsculo de este año. Se titulaba: Luisa y Paulina. Conversaciones entre una joven católica y una protestante. En la cubierta de este ejemplar notificaba don Bosco que cesaba la sede de la dirección de las Lecturas Católicas en la calle de Santo Domingo, número 11. (**Es7.534**))
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