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((**Es7.50**) modo miserable y, con malicia verdaderamente infernal, poner en peligro su eterna salvación. Todavía, en tan gran angustia y en esta terrible conjura de los impíos contra la Iglesia Católica, nos resulta de gran consuelo ciertamente, el ver con cuánta fortaleza y constancia nuestros Venerables hermanos Obispos, según lo exige su dignidad episcopal, defienden valerosamente la causa, los derechos y la doctrina de Dios y de su Santa Iglesia y con cuánto celo tantos fidelísimos sacerdotes, estrechamente adheridos a Nos y a sus Obispos, ardorosamente combaten las batallas del Señor y finalmente con qué filial amor se glorían muchos pueblos fieles de ofrecer presentes a esta Sede Apostólica oponiéndose a los ataques de los impíos. Así, entre las gravísimas penas que nos agobian, con verdadero alivio para nuestra alma, nos informamos por tu carta con cuánto celo tú, oh amado Hijo, y dichos sacerdotes y seglares os preocupáis por procurar la salvación de los fieles y desenmascarar y deshacer las insidias y errores de los enemigos. Por lo cual, mientras de todo corazón nos congratulamos contigo y con esos eclesiásticos y seglares, os exhortamos a ti y a todos ellos a proseguir con celo cada vez más ardoroso defendiendo la causa de nuestra divina religión. Dirigimos, además, fervientes súplicas para que tú y los tuyos elevéis continuas y fervorosísimas plegarias a Dios, rico en misericordia, a fin de que se levante, defienda su causa y con su potentísima ayuna Nos asista y socorra a su Iglesia. Por el rescripto adjunto sabrás con cuánto gozo Nos condescendemos con todos tus deseos. Finalmente os damos la bendición apostólica a ti y a todos los eclesiásticos y seglares mencionados, como augurio de todas las gracias celestiales y prenda de nuestra singular benevolencia hacia vosotros. Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 13 de enero de 1862. Año decimosexto de nuestro Pontificado. Pío PP. IX. Al querido hijo Sacerdote Juan Bosco -Turín 1. 1 PIUS P.P.IX DILECTE FlLI, SALUTEM ET APOSTOLICAM BENEDICTIONEM Tuas libentissime accepimus litteras VII Kalendas huius mensis datas, et multorum quoque istorum Sacerdotum, Clericorum et Laicorum fidelium nomine scriptas, ac singularis Tui et eorumdem ecclesiasticorum hominum et fidelium erga Nos et hanc Petri Cathedram obsequii et amoris plenas. Ac per Te ipse vel facile intelligere potes, Dilecte Fili, quanto animi Nostri dolore vel moerore potius, noscamus teterrimum sane bellum sanctissimae nostrae religioni in infelicis Italiae praesertim regionibus, a tenebrarum filiis nunc illatum qui pestiferis liberis, ephemeridibus, scholis ac pecuniae vi, aliisque nefariis omnis generis insidiis, et artibus, Italiae populos a catholico cultu avellere, illosque perniciosissimis quibusque erroribus inficere ac miserandum in modum corrumpere, et in summum aeternae salutis discrimen adducere, diabolica prorsus malitia, connituntur. In tanta vero acerbitate, tantaque contra Catholicam Ecclesiam impiorum hominum conspiratione, non mediocri certe utimur consolatione videntes quanta fortitudine et constantia Venerabiles Fratres Sacrorum Antistites, pro Episcopali munere, Dei Ejusque Sanctae Ecclesiae causam, jura, doctrinam strenue defendunt, et quanta alacritate tot fidelissimi Sacerdotes Nobis et suis Episcopis firmiter adhaerentes, impavide praeliantur praelia Domini, et qua filiali et egregia pietate tot fideles populi Nos et hanc Apostolicam Sedem prosequi et impiorum hominum conatibus obsistere gloriantur.(**Es7.50**))
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