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((**Es7.483**) que siento el peso de esta pérdida. Es el único a quien yo reclamaría, aunque casi todos los que hasta ahora entraron en el Seminario salían de esta casa. Deberé encomendarme necesariamente a los obispos de otras diócesis para tener asistentes en casa ya que afortunadamente encuentro en ellos mucha condescendencia. Debido a los que fueron a Mirabello, más los que fueron llamados al Seminario, ha quedado bastante reducido el número de clérigos, por lo que espero querrá dispensarlos del servicio que solían prestar años pasados en la catedral de san Juan. Le ruego acepte un ejemplar de la Historia Sagrada, recientemente publicada por nuestra pequeña tipografía. Pido a la Santísima Virgen le otorgue de su divino Hijo mucha salud; ruegue también por mí que de corazón me profeso. Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. Esperaba don Bosco la devolución de la carta comendaticia, cuando, con gran sorpresa, le escribía el Provicario que no la había recibido. Inmediatamente le contestó: Ilustrísimo y Reverendísimo Señor: Tenga la bondad de dar una ojeada por si tuviese consigo la carta comendaticia del señor Obispo de Cúneo, porque de otro modo deberé buscarla no sé dónde. En mi mesa no está, a lo mejor la ((**It7.568**)) encerré en otro sobre, ignoro con qué dirección. Creo, sin embargo, que me la devolverán. De todos modos le envío copia de la misma, que había hecho previamente. Mañana se presentarán a clase nuestros clérigos; y si no pudieran asistir también los que visten de paisano, me hallaría en un verdadero aprieto, pues ya está el curso más adelantado de lo establecido para ser admitidos en otros institutos; pero también esto se arreglará de alguna manera. Me es siempre grato desearle todo bien del Señor y profesarme con entera gratitud. De V.S. Ilma. Turín, 8 de diciembre, 1863. Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. Otra idea preocupante de don Bosco durante aquel mes era la de impedir el daño que acarreaban los protestantes en la viña evangélica. Debían congregarse en Turín todos los Obispos y Vicarios generales Capitulares de la provincia eclesiástica, para tratar de los asuntos de sus diócesis. Don Bosco, por tanto, escribió una memoria para los augustos prelados y se la mandó copiar a Juan Cagliero, el cual, después de quedarse con una copia para el archivo del Oratorio, escribía al pie de la misma la siguiente apostilla: <(**Es7.483**))
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