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((**Es7.455**) Benemérito y queridísimo señor Barón: He recibido las 60 liras que V.S. me ha enviado para el jovencito Pasquale, de parte de su tutor. He ordenado que, si aún no están concluidos los libros de que hablamos, lo estén, cuanto antes; y, que, si todavía no los han enviado, lo hagan lo más pronto posible, al menos en parte, de no poder ser todos. Tiene razón: he proyectado muchas veces ir a visitarle, pero hasta ahora no he podido; lo haré en breve. Con todo no he dejado nunca, y sigo haciéndolo, de pedir cada día salud y gracias del cielo para usted, para su respetable esposa y para sus hijos. La Santísima Virgen nos conserve a todos suyos y siempre suyos. Amén. Tenga la caridad de rezar por mí y por mis muchachos y créame siempre suyo en el Señor. Castelnuovo de Asti, 5 de octubre, 1863. Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. PS. Sea indulgente con esta carta, escrita con la habitación repleta de muchachos por lo que, etc... A la mañana siguiente todo el batallón, de casi cien alumnos, abandonó I Becchi y, descendiendo por las colinas, durante seis kilómetros, llegó a la estación de ((**It7.533**)) Villanova de Asti. Allí estaban preparados los dos vagones, que fueron enganchados al primer tren con dirección a Alessandria. Se apearon en Asti y fueron a visitar la ciudad, especialmente la catedral. Les acompañaba el señor Cerrato, en cuya casa comieron. En Alessandria la banda de música saludó al jefe de estación y don Bosco bajó para saludarle y ponerse de acuerdo con él. Finalmente llegaron a Tortona, meta del viaje. En la estación esperaba el Rector del Seminario, canónigo Ferlosio, para dar la bienvenida a don Bosco en nombre propio y en el del señor Obispo Juan Negri. También estaba allí el profesor Anfossi, que había sido enviado por don Bosco a casa del barón Garofoli, para dar clase de repaso a sus hijos durante el tiempo de vacaciones. Entraron en la ciudad al son de la banda, aunque era hora algo avanzada, y acudió bastante gente al paso de los hijos de don Bosco. Se alojaron en el Seminario. Allí cenaron y, después de las oraciones, cada cual ocupó una celda. Por la mañana, después de la santa misa, quiso don Bosco que diesen una vuelta por la ciudad y visitaran las iglesias, mientras él iba a saludar al Obispo que le esperaba. Después de comer, acompañó a sus alumnos a contemplar el asiento de la antigua fortaleza, célebre por su heroica resistencia en 1170 a Federico Barbarroja. Después de examinar las ruinas que todavía (**Es7.455**))
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