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((**Es7.442**) ruina al Oratorio, como por desgracia había logrado con otros institutos semejantes, pero el pobrecito malogró sus esperanzas. Desde aquel día en que, turbado, no dio con la puerta de salida y fue a meter la cabeza en el armario, parece que la fortuna le volvió ((**It7.517**)) las espaldas. Un poeta diría que el armario fue para él como la caja de Pandora1 con todas las desgracias del mundo. En efecto, algún tiempo después, comenzó a sufrir una dolorosa desdicha con su esposa que, cayendo por una escalera, se quebrantó para toda la vida. Con el traslado de la capital de Turín a Florencia, y luego a Roma, Gatti esperaba mejorar su suerte, y su dinamismo lo hubiera merecido, pero tenía cuentas pendientes con la divina Providencia. Es el caso que cayó en desgracia de sus superiores e iguales y, no sólo no progresó en la carrera, sino que fue bajando cada día más. Después de algún tiempo, y por los manejos de un competidor, viose privado de empleo y quedó cesante. El inesperado contraste, el cruel desengaño influyó siniestramente en sus facultades mentales; y el pobre hombre, primero, quedó taciturno y melancólico; luego, idiota y loco, y finalmente perdió por completo la cabeza. En este estado lo mismo lloraba como un niño, que sufría arrebatos como un energúmeno, de manera que movía a la más profunda compasión de cuantos le veían o le oían. Tenía permanentemente ante sí la sombra de su enemigo, al que no terminaba de gritar: íAh, me has arruinado! e intentó suicidarse varias veces. Condujéronle a una casita cerca de Felizzano, su patria chica, que en otros tiempos le había servido para veranear y en vez de mejorar, el mentecato empeoró hasta el frenesí. Allí, en un momento de la máxima furia, dió un terrible puntapié a su propia esposa, la agarró después por la cabeza, la arrojó varias veces y tan fuertemente contra la pared, que la mató, destrozándola el cráneo. Poco después acababa él su vida, privado de todo consuelo humano. Podríamos ahora recordar la dolorosa cadena de desventuras caídas sobre la cabeza de los que con más iracundia atacaron la existencia del Oratorio; pero ponemos punto por ahora. Basta ((**It7.518**)) lo ya expuesto hasta aquí para reafirmar el juicio ya expresado en otros 1 Pandora. Fue, según la mitología griega, la primera mujer terrenal, llena de gracia y talento; recibió de Zeus una caja, donde estaban guardados todos los males; Pandora la abrió imprudentemente y se escaparon todas las calamidades que afligen al género humano; sólo quedó en el fondo la esperanza. (N. del T.) (**Es7.442**))
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