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((**Es7.413**) Pero también aquí surgía el problema de los profesores. Se había acordado con monseñor de Calabiana que el colegio se llamaría Seminario Menor y por tanto, con exclusiva dependencia del Obispo de Casale, y mientras, andando el tiempo, si fuese preciso se mandarían personas con título oficial. Se temía, sin embargo, que esta idea no sirviese para nada y se preveía que, para la aprobación del Colegio, la autoridad escolástica exigiría al menos dos con el diploma de profesor u otro título equivalente. Varios clérigos y sacerdotes poseían los conocimientos necesarios para rendir el examen de maestro y ya habían hecho las prácticas de enseñanza, pero estaban desprovistos de los necesarios requisitos. Cómo apañárselas entonces? Hacía bastantes años que no había exámenes extraordinarios para la adquisición de tales diplomas. Era menester tener paciencia y hacer la carrera de Letras en la Universidad, que exigía un período de cuatro años al menos, antes de poder establecer regularmente el bachillerato. Dios vino en su ayuda. En el mes de julio, cuando nadie se lo esperaba, se publicó un anuncio por el que, en vista de la carencia de profesorado para el bachillerato, en aquel año de 1863 y en los siguientes, habría un cursillo extraordinario, durante el mes de septiembre, para quien desease conseguir el diploma de profesor. Ante tal noticia, don Bosco no dejó de reconocer la intervención de la divina Providencia y animó a varios del Oratorio para que se preparasen. Urgía el tiempo, no quedaban ni dos meses para hacer al menos una preparación inmediata ((**It7.484**)) sobre las muchas materias prescritas y si bien estuviesen, quien más quien menos, al corriente de aquellos estudios, sin embargo, desanimaba algo el corto plazo para los exámenes. Pero era aquella una época en la que todos, por amor de Dios, por amor a la causa del Oratorio, sacrificaban gustosos su vida, si era necesario, por tan laudable fin. Por eso don Bosco encontró varios que se entregaron con ardor a repasar lo necesario para tales exámenes, a pesar de hallarse cansados por las fatigas del curso escolar recién terminado. Uno de ellos se puso a la cabeza y se encargó de asignar las lecciones y ejercicios de cada día, se comunicaban unos a otros lo que diariamente estudiaban y a primeros de septiembre se encontraron preparados para poder presentarse con tranquilidad. Habían seguido el ejemplo de su amado padre y modelo, don Bosco, el cual, invitado a descansar un poco de sus incesantes tareas y ocupaciones, solía decir: -Lo que puedas hacer hoy, no lo dejes para mañana. (**Es7.413**))
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