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((**Es7.41**) honrándole con su autógrafo. Que él sabía muy bien quién era don Bosco..., y que, por consiguiente, no desconociendo la distancia existente socialmente entre ambos, don Bosco había cometido una descortesía al no haberse dignado responder de su puño y letra. Que él había escrito muchas veces al Rey, al Papa y a otros importantísimos ((**It7.34**)) personajes y de todos había recibido contestación autógrafa y no por mediación de secretarios. Es que don Bosco temía rebajarse contestando él mismo en persona? Se imagina ser más que el Rey, más que el Papa? Su deber hubiera sido llevarle la respuesta en persona... Y así continuaba hasta el final. Don Bosco no se inmutó al leer un escrito tan descortés, y de su propio puño respondió: -Que le agradecía su graciosa carta, que le conocía como hombre instruido y de gran altura, pero que nunca hubiera creído que poseyera tan magistralmente el arte de bromear, como se manifestaba en aquella carta. Que agradecía la familiaridad con que le escribía, con lo que se revelaba como un amigo sincero. Que, por tanto, se consideraba muy honrado con su amistad y no quería dejar escapar la ocasión sin reafirmarla aún más. Por ello, no pudiendo extenderse más por el momento, se reservaba ir a comer con él tal día y a tal hora, para charlar con toda calma sobre el consabido asunto. Cuando a aquel señor se le pasó el arrebato de furia, no pudo por menos de reconocer la falta cometida y avergonzarse. Don Bosco fue a comer a su casa, donde él le esperaba en el rellano de la escalera. Al principio se encontraba un poco embarazado, más, a los pocos minutos, se serenó y tranquilizó, porque parecía que don Bosco había recibido realmente aquella carta como una cordial y delicada broma para provocar su visita. Comieron y rieron: la amabilidad de don Bosco se adueñó rápidamente del corazón de su huésped, quien, desde entonces, se convirtió en amigo y bienhechor del Oratorio. Un párroco de la diócesis de Saluzzo, después de una larga correspondencia con don Bosco, disgustado por no haber sido ayudado en cierto proyecto, le escribió una carta de siete páginas, en tales términos de encendida cólera, que parecían estudiados para ofender. Don Bosco le contestó: que sentía haberle disgustado tan gravemente; que él había expuesto algunas ideas y proyectos, creyendo que no eran contrarios a sus deseos; pero que, desde luego, ((**It7.35**)) retiraba cualquier frase que hubiese podido desagradarle; que se ponía(**Es7.41**))
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