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((**Es7.240**) A partir de entonces don Bosco no me llamó para afeitarle, como solía hacer cada semana. Dos meses más tarde me hizo llamar para ello, sin decirme una sola palabra. Yo sufría, pero aún no había pensado reparar mi error pidiéndole perdón. Llegó el otoño y el momento de la gran excursión, en la que yo había tomado parte los años anteriores, como miembro de la banda y de la compañía teatral. José Buzzetti presentó a don Bosco la lista de los que parecían merecer ser distinguidos. Don Bosco la examinó, vio mi nombre y lo tachó. La víspera de la partida hacia Castelnuovo se leyeron por la noche, según costumbre, los nombres de los que debían acompañar a don Bosco; pero no se oyó el mío, que todos esperaban oír. No se puede imaginar cómo quedé yo al verme excluido, sobre todo cuando supe por Buzzetti que don Bosco mismo me había tachado. Era la primera vez que me sucedía esto. Pero don Bosco no dijo la razón de mi exclusión y ninguno lo supo. Yo tuve que quedarme en el Oratorio. Partieron los felices excursionistas en compañía de José Buzzetti, Andrés Pelazza, Carlos Gastini y algunos Superiores y cuando don Bosco llegó al primer pueblo, quizás Chieri, encargó a un amigo mío que me escribiera una carta en su nombre en estos términos: <((**It7.275**)) don Bosco sigue siendo siempre tu amigo, te aprecia mucho y no busca más que la salvación de tu alma. Lo que he hecho es para que aprendas a hablar. Acuérdate de que no hay que responder nunca con insolencia a tus Superiores. Ruega por mí, que te encomiendo todos los días en la santa misa. Que sigas alegre>>. Esta carta calmó algo mi dolor, pero continuaba diciéndome: -íPero cómo he podido tratar así a un padre tan bueno! El 2 de octubre llegaba don Bosco a I Becchi; el 5 celebraba la fiesta del Santo Rosario y escribía al caballero Oreglia a quien había invitado para ir a I Becchi: Muy querido Señor Caballero: La invitación que le he hecho sólo valía para el caso en que las circunstancias se lo permitieran; pero, dado cuanto me expone, siga su trabajo con nuestro querido Suttil. Los no comprendidos en la excursión, clérigos o no, que no se inquieten: hacían falta en casa o existía algún motivo para disponerlo así. Mientras escribo llega Suttil, así que usted se las arregle como pueda. Dios le ayude a perseverar en el bien obrar, y créame. Castelnuovo, 5 de octubre de 1862 Su afectísimo en Jesucristo. JUAN BOSCO, Pbro. Por la tarde, antes de la bendición con el Santísimo Sacramento, don Juan Cagliero predicó ante una multitud de sus paisanos, las glorias del Santo Rosario, sobre un púlpito improvisado en el patio de delante de la casa paterna de don Bosco. Al llegar a cierto punto de su popular sermón lleno de vida, dijo que aquella colina debía ser contemplada por todos con amor y que (**Es7.240**))
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