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((**Es7.147**) seno de la propia familia! íUn delicioso porvenir se nos presentaba delante, el mundo nos llamaba con sus promesas, con sus halagos! Pero ante nuestros ojos, colocado sobre una mesa entre dos cirios, se elevaba el crucifijo, esperando la ofrenda de nuestro corazón, el sacrificio de nuestra vida. Sí, Jesús con sus atractivos celestiales nos llamaba hacia El. >>Formábamos un pequeño rebaño, ignorado a los ojos del mundo y casi desconocido por la mayoría de los de la misma casa. A pesar de ello, estos humildes orígenes no nos hacían perder el entusiasmo, antes abrían nuestro corazón a las más elevadas esperanzas, conocedores de lo que dice el apóstol san Pablo, que Dios elige a los débiles para abatir a los fuertes, a los necios para confundir a los sabios, a los humildes y despreciables y a los que no son para destruir a los que son. >>Eramos veintidós, sin incluir a don Bosco, los que hicimos los votos según el Reglamento. El estaba arrodillado en medio de nosotros junto a la mesita sobre la que presidía el crucifijo. Como éramos muchos, recitamos la fórmula juntos, a medida que don Miguel Rúa la leía. >>Después se puso don Bosco en pie. Se dirigió a nosotros, que seguíamos arrodillados, y nos dijo unas palabras para nuestra tranquilidad y para infundirnos valor, de cara al futuro. Nos dijo entre otras cosas: >>-Los votos que ahora habéis hecho, entiendo que no os impongan más obligaciones que las de observar lo mismo que hasta ahora habéis observado, es decir las reglas de la casa. Mucho deseo que ninguno se inquiete ante cualquier temor o preocupación. Venga pronto cada uno en toda circunstancia a abrirme su corazón, y exponerme sus dudas, sus angustias. Os digo esto porque podría ocurrir que el demonio, al ver el bien que podéis realizar viviendo en esta Sociedad, os tiente buscando cómo haceros salir de ella contra la voluntad de Dios. Mas si yo fuere enseguida informado por vosotros, podréis estar en situación de examinar la cuestión y poner paz ((**It7.163**)) en vuestros corazones y hasta dispensaros de los votos cuando viese que ésa era la voluntad de Dios y el bien de las almas. >>Pero alguno dirá: -Don Bosco >>ha emitido también estos votos? Escuchad: mientras vosotros hacíais ante mí estos votos, yo los hacía ante este crucifijo para toda mi vida; me ofrecía en holocausto al Señor, dispuesto a todo para procurar su mayor gloria y el bien de las almas especialmente las de la juventud. Ayúdenos el Señor a mantenernos fieles a nuestras promesas. (**Es7.147**))
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