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((**Es7.131**) estuvieran durante el curso internos en el Seminario de la Diócesis, ((**It7.142**)) otras, porque se insistía para que acudiesen al menos a clase de liturgia con el clero de la ciudad. Pero don Bosco, sin lamentarse de tales pretensiones, hacía presente cómo, en cuanto a lo primero, había él atendido a los clérigos con tantos sacrificios, porque los necesitaba y porque les hubieran faltado los medios necesarios para mantenerlos en el Seminario. Al mismo tiempo procuraba que sus clérigos asistiesen a las clases del Seminario de Turín como externos, y en cuanto a la clase de liturgia les proporcionaba para enseñársela a algunos que ya eran maestros de ceremonias en la ciudad; y, cuando no podía contar con ellos, suplía con algún sacerdote capaz y bien visto por la Curia. De este modo convencía a los Vicarios o Provicarios que le ponían tales dificultades. >>Así se procedió hasta la llegada a Turín del arzobispo monseñor Riccardi di Netro en 1867>>. Pero, mientras tanto, qué suerte había corrido el Seminario Menor de Giaveno? Ya hemos expuesto más arriba cuanto nos contó nuestro compañero Vaschetti, hoy canónigo, arcipreste y vicario foráneo de Volpiano; y bajo su guía proseguimos nuestro relato. El presbítero Grassino se dio cuenta muy pronto del disparate que había hecho al rechazar el valioso apoyo que don Bosco le prestaba. Pero el clérigo Vaschetti sostenía con heroico entusiasmo a su Rector, recordándole de continuo los consejos esenciales que don Bosco les había inculcado repetidamente, y cumplía, sin ahorrarse fatigas, con sus muchas ocupaciones que ahora aumentaban; al acabar el 1863, cansado de aquella vida, quiso retirarse. El canónigo Vogliotti buscó la manera de disuadirlo de su propósito con nuevas promesas y dándole una considerable cantidad por su trabajo gratuito durante tres años; le hizo verdaderas y amables presiones morales, pero él se mantuvo firme. Entró en la Residencia Eclesiástica y, por dos años, siguió yendo todos los domingos al Oratorio a enseñar catecismo a los muchachos y entretenerse con don Bosco. ((**It7.143**)) En cuanto a Giaveno, podía la Curia sostener económicamente aquel Seminario lo mismo que los de Bra, Chieri y Turín porque el Gobierno, que no simpatizaba con el Vicario General, canónigo Fissore, decidido al igual que monseñor Fransoni a sostener los derechos de la Iglesia, había recibido bien la elección del Vicario Capitular, canónigo Zappata, que gozaba de fama de más conciliador. A éste, pues, devolvía no sólo el grandioso edificio del Seminario Mayor, sino todas sus rentas, de modo que muchos seminaristas alcanzaron pensión gratuita. (**Es7.131**))
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