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((**Es7.111**) Don Bosco lo admitió y se encontraba tan feliz el buen artista que repetía: -He entrado en el paraíso. Trabajaba como un joven de veinte años, enseñaba con diligencia a sus alumnos y vigilaba para que no diesen el menor disgusto a don Bosco. Fue él quien preparó después todos los armazones de hierro para al iglesia de María Auxiliadora y especialmente los ventanales. Vivió cuatro años en el Oratorio repitiendo hasta el último instante de su vida: -Bendito sea el día en que don Bosco me aceptó es su casa. (**Es7.111**))
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