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((**Es6.803**) donde hay un compendio de la vida del santo del día. Luego os indicaré la salida del sol y de la luna, del día y de la noche; por donde cada cual podrá deducir fácilmente la hora de comer, beber, dormir, descansar, reír, llorar, jugar, pasear, según la libertad y la necesidad de cada uno. Pienso además que es mi deber explicaros las profecías del año pasado a las que seguirán las de este año. A propósito de profecías he de deciros que, de una manera o de otra, tienen que lograr siempre su cumplimiento, pues los almanaques tienen el derecho de sutilizar tanto sus dichos cuanto les es necesario para tener siempre razón. Esto sentado, manos a la obra. Las profecías del pasado año 1861.-Os decía que en 1861 desaparecerían de la escena del mundo político grandes personajes. Del mundo político han desaparecido ya el gran duque de Toscana y el duque de Módena. Este año desaparecieron del mundo de los vivos, no ya en sentido metafórico, sino literal, dos ilustres personajes, el conde de Cavour, que fue a añadir una unidad al número de los finados el 6 de junio y el Rey de Portugal. Veréis el vino a mejor precio, pero el pan más caro.-Todos los que comen y beben saben por experiencia el aumento del precio del pan y la disminución del precio del vino. El año pasado esto fue alegoría, este año es realidad. ((**It6.1065**)) Un pueblo será destruido por un terremoto.-Todo el mundo sabe lo que ha sucedido con la erupción del Vesubio en el reino de Nápoles. Allá cerca de aquel monte había un pueblo, Torre del Greco. Este pueblo ha desaparecido. El terremoto, que hubo a primeros de diciembre de este año, sacudió con tanta violencia calles, plazas y casas, que la población tuvo que huir para no quedar aplastada. Por añadidura, en aquellos mismos días el Vesubio con sus terribles y espantosas erupciones de lava, ceniza, betún, piedras y fuego horrible, cubrió y destruyó los restos de las casas y sepultó en los abismos y escombros a los que no tuvieron tiempo para huir. Otros países serán asolados por la sequía.-Todos recuerdan el excesivo calor de este año. Desde tiempo inmemorial no hubo otro semejante. Baste decir que en muchos pueblos, provincias y reinos, dentro y fuera de Italia, desde abril hasta enero no llovió ni para regar el campo. Aún en estos días (primero de enero de 1862), hay pueblos y ciudades que tienen sus pozos y fuentes sin agua, los campos abrasados, las tierras y las siembras secas por falta de lluvia bienhechora, que hace tanto tiempo se espera en vano de la mano del Creador. Los grandes acontecimientos de 1861 Los acontecimientos de este año son muchos y, siendo públicos, son conocidos por vosotros y por mí; os mencionaré algunos, para que podáis formar un juicio de ellos y reconocer en ellos el dedo de Dios. Hízose sentir una terrible sequía en Italia y fuera de ella. Pueblos y ciudades enteras tuvieron que llevar sus ganados hasta cinco millas de distancia para abrevarlos. Las cosechas tardías, a saber el maíz, el mijo, las patatas, las judías, etc., pueden darse por perdidas completamente. Muchos incendios devastaron casas, manzanas de casas, y aun pueblos enteros. Cada día se publicaban en los diarios incendios que han causado daños inmensos. De los muchos que hubo en Turín menciono sólo el de casa Tarino. Mientras yo asistía a aquel doloroso espectáculo, oí decir más de una vez: (**Es6.803**))
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