Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es6.737**) Fui entonces adonde estaba la Señora que distribuía los pañuelos; cerca de Ella había algunos hombres a los cuales dije: -Qué significa todo esto? La Señora, volviéndose a mí, me contestó: -No leíste lo que estaba escrito en aquellos pañuelos? -Sí: Regina virtutum. -No sabes por qué? -Sí que lo sé. -Pues bien, aquellos jóvenes expusieron la virtud de la pureza al viento de las tentaciones. Los primeros, apenas se dieron cuenta del peligro huyeron, son los que guardaron el pañuelo; otros, sorprendidos y no habiendo tenido tiempo de guardarlo, se volvieron a la derecha; son los que en el peligro recurren al Señor volviendo la espalda al enemigo. Otros, permanecieron con el pañuelo extendido ante el ímpetu de la tentación que les hizo caer en el pecado. Ante semejante espectáculo me sentí profundamente abatido y estaba para dejarme llevar de la desesperación, al comprobar cuán pocos eran los que habían conservado la bella virtud, cuando prorrumpí en ((**It6.975**)) un doloroso llanto. Después de haberme serenado un tanto, proseguí: -Pero cómo es que los pañuelos fueron agujereados no sólo por la tempestad, sino también por la lluvia y por la nieve? Las gotas de agua y los copos de nieve no indican acaso los pecados pequeños, o sea, las faltas veniales? -Pero no sabes que en esto non datur parvitas materiae? (no se da parvedad de materia?). Con todo, no te aflijas tanto, ven a ver. Uno de aquellos hombres avanzó entonces hacia el balcón, hizo una señal con la mano a los jóvenes y gritó: -íA la derecha! Casi todos los muchachos se volvieron a la derecha, pero algunos no se movieron de su sitio y su pañuelo terminó por quedar completamente destrozado. Entonces vi el pañuelo de los que se habían vuelto hacia la derecha disminuir de tamaño, con zurcidos y remiendos, pero sin agujero alguno. Con todo, estaban en tan deplorable estado que daba compasión el verlos; habían perdido su forma regular. Unos medían tres palmos, otros dos, otros uno. La Señora añadió: -Estos son los que tuvieron la desgracia de perder la bella virtud, pero remedian sus caídas con la confesión. Los que no se movieron son los que continúan en pecado y, tal vez, tal vez, caminan irremediablemente a su perdición. Al fin, dijo: Nemini dicito, sed tantum admone. (No lo digas a nadie, solamente amonesta). <>-Soy sacerdote, fui párroco; abandoné el sagrado ministerio para enrolarme en las milicias de Garibaldi. Engañado dejé arrastrarme (**Es6.737**))
<Anterior: 6. 736><Siguiente: 6. 738>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com