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((**Es6.721**) obsequiar a Pío IX en su fiesta onomástica, cuando he aquí que vimos venir por el aire de la parte de Buttigliera un gran pino. Era tan grande como dos manzanas de casas de Turín juntas y de una altura extraordinaria. >>El pino se acercaba a nosotros en posición horizontal, después se enderezó, adoptando la vertical, osciló y pareció que iba a caer encima de los que lo contemplábamos. Asustados, quisimos huir y nos santiguamos, cuando he aquí que sopló un viento impetuoso que transformó a aquel árbol en un temporal de relámpagos, truenos, rayos y granizo. >>Poco después vimos otro pino menos grueso que el anterior, avanzando en la misma dirección, y que se colocaba encima de nosotros; después, siempre en posición horizontal, comenzó a descender. Nosotros huimos temiendo ser aplastados, mientras nos santiguábamos más y más veces. El pino descendió casi a ras del suelo, permaneciendo suspendido en el aire; sólo sus ramas tocaban la tierra. Mientras estábamos observándolo, he aquí que sopló un vientecillo que lo transformó en lluvia. No comprendiendo el significado de aquel fenómeno, nos preguntábamos unos a otros: >>-Qué quiere decir esto? >>Y he aquí que uno, a quien no conocía, dijo: >>-Haec est pluvia quam dabit Deus tempore suo. (Esta es la lluvia que dará Dios a su tiempo). >>Después, otro desconocido, añadió: >>-Hic est pinus ad ornandum locum habitationis meae. (Este es el pino para adornar el lugar de mi morada). Y me citó el lugar de la Sagrada Escritura en el que se lee este versículo, pero no lo recuerdo>>. Yo creo que el primer pino era símbolo de las persecuciones, de las tempestades que caen sobre aquéllos que permanecen fieles a la Iglesia. ((**It6.955**)) El segundo representa a la misma Iglesia, que será como lluvia fecunda y benéfica para aquéllos que le sean fieles. El siervo de Dios no añadió más explicación y nosotros no vamos a discutir si el sueño admite o no otro sentido, limitándonos a hacer una comparación. El pino de tamaño colosal y de un diámetro excepcional, que se levanta erguido en medio de la tierra, no se asemeja al árbol que vio Nabucodonosor y que describe el profeta Daniel, cuya altura llegaba al cielo, tan rico en ramas verdes y frondosas que desde lejos parecía una floresta: No es símbolo de un poderío extraordinario, (**Es6.721**))
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