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((**Es6.712**) dormitorios se extrañaron al ver a tanto muchacho en el patio; y se apresuraron a bajar. -No habéis oído nada esta noche? -preguntaban los aprendices a los estudiantes. -Qué ha pasado? -contestaban éstos. En sus dormitorios habían dormido todos tranquilos. Y los aprendices contaban las aventuras y las emociones pasadas durante la noche, e iban diciendo y repitiendo una y mil veces: -Es verdaderamente la Virgen, a quien rezamos anoche, la que nos ha salvado. Entretanto don Bosco acababa de confesar a los últimos aprendices, cuando llegaron los estudiantes, de suerte que puede decirse que hubo comunión general en la misa, celebrada a las siete por el mismo don Bosco. -Fue un espectáculo conmovedor, -nos dijo el canónigo Anfossi. Cuando volvió don Bosco a su cuarto, los clérigos fueron a verle para asegurarse de que no le había sucedido percance alguno, y los recibió paternalmente con su acostumbrada sonrisa en los labios: -Es la tercera vez -les dijo-, que el rayo se toma la molestia de fastidiarme. Las dos primeras sufrí lo mío, pues por algún tiempo no pude leer ni escribir largo rato sin sentirme acometido de un molesto sopor, del que curé dando paseos un tanto forzados. Pero temo que la sacudida de esta noche va a ser mucho peor para mi salud. Sin embargo, ya se lo dije al rayo cuando estalló: -íSiquiera algo más de garbo! -Y añadió después: -Esta es una de las mayores gracias que nos obtuvo la Santísima Virgen Madre del Señor. Tuvo de ello una prueba evidente poco después, cuando subió a examinar los daños de la noche. El cielo raso del dormitorio era ((**It6.944**)) de tablas cubiertas con un entramado de cañas atadas con alambres, clavadas y revocadas con cal. Ahora bien, el rayo, zigzagueando por los alambres, los había fundido y la mayor parte del cañizo revocado había caído en diversos lugares, en forma de amplias planchas, sin causar daño a ninguno. Los bienhechores mismos y los amigos, que vinieron a lo largo del día a ver la catástrofe, afirmaban que, según las probabilidades, el rayo debía haber causado una carnicería entre los jóvenes; y marchaban ensalzando la bondad de Dios y de la Virgen. Después de la comida estaba don Bosco en los pórticos, rodeado (**Es6.712**))
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